El suicidio de Ari Behn ha sorprendido a la prensa internacional. No solo por el hecho de que el escritor fuera en su día una de las figuras clave de la Familia Real noruega, sino también por la fecha en la que ha tenido lugar tan trágico suceso: el día Navidad. Sin duda, los medios de comunicación del país nórdico no han dudado en recordar al fallecido, de ascendencia danesa y que se casó con la princesa Marta Luisa de Noruega en una gran boda de cuento de hadas.

Han impactado la juventud de Behn, que se ha quitado la vida con tan solo 47 años de edad; el hecho de que estaba pasando por una etapa tranquila tras reconocer sus problemas psicológicos en los últimos años; y que deja a tres hijas adolescentes marcadas para el resto de sus días.

Un recuerdo que no olvidaran jamás y que es más complicado de asimilar, si cabe, dada la fecha elegida por su padre.

En España, la estadística no cambia

Pero la Navidad no es una época en la que aumente el número de personas que deciden quitarse la vida. Según Javier Jiménez, psicólogo experto en comportamientos suicidas, en España tienen lugar unos once suicidios al día. Esta estadística no cambia según la época o estación del año, las fechas importantes o las celebraciones familiares.

Todos los meses se repiten las mismas muertes por suicidio que, por cierto, ya doblan el número de fallecimientos por accidente de tráfico, multiplican por once las muertes por homicidio, y hasta por ochenta los casos de violencia de género que terminan en asesinato.

La falsa leyenda de los países nórdicos

Existe la falsa creencia de que hay un mayor número de suicidios en los países nórdicos, como es el caso de Noruega. Pero ese dato no es realmente exacto. Es cierto que países como Lituania, Rusia o Groenlandia tienen una tasa mayor que la nuestra. Pero la realidad es diferente, ya que su forma de hacer las estadísticas es mucho más fidedigna.

En España, para que una muerte se considere suicidio debe cumplir con tres condiciones: que alguien sea testigo del fallecimiento, que aparezca una nota de despedida y que el método empleado no sea la simulación de un accidente (por ejemplo, las muertes por precipitaciones o ahogamientos).

En el caso del propio Ari Behn no hay constancia de que el escritor haya dejado una nota de suicidio donde explique a su familia cuáles han sido las razones que le han llevado a tomar esta decisión.

Aunque la realidad es que no hay una única explicación para entender por qué una persona decide suicidarse. Pero la determinación de acabar con la propia vida suele estar asociada a la imposibilidad de encontrar un fin al calvario que se sufre.

Cualquier persona capaz de actuar de manera racional pensaría en sus hijas antes de tomar una decisión tan drástica. Pero según los expertos, alguien afectado por una enfermedad mental severa no puede actuar de esa manera. Incluso muchos llegan a pensar que le están haciendo un favor a su familia. Están seguros de que solo son una carga para ellos.