Cuando nos sentimos tristes es normal comer helado para sentirse mejor. Pero, los últimos estudios demuestran que comer helado tiene un efecto contrario.

Según una investigación médica, un consumo en exceso de azúcar, sobre todo en el caso del refinado, provoca una activación de la insulina y puede provocar un descenso de la energía y que tengan lugar cambios de humor.

La realidad es que los españoles consumimos casi 72 gramos de azúcar al día, casi tres veces la cantidad máxima recomendada, para un adulto, por parte de la OMS.

La creencia popular es que el azúcar es lo mejor para luchar contra la depresión y no es cierto

Este consumo excesivo de azúcar tiene que ver con la falsa creencia de que el azúcar es el mejor antídoto para hacer frente a la depresión y a la tristeza. Pero, una investigación llevada a cabo por las universidades británicas de Warwick y de Lancaster, además de la prestigiosa Humboldt, en Alemania, han demostrado que el azúcar tiene un efecto contrario al esperado: el azúcar aumenta la sensación de cansancio y reduce el estado de alerta unos sesenta minutos después de su conusmo.

Lo primero que hay que hacer es diferenciar entre qué tipos de azúcar hay en el mercado y cuál es el que estamos consumiendo.

No es lo mismo el azúcar propio de los alimentos como es el caso de los cereales, legumbres, frutas, verduras, frutos secos o de los lácteos, que el azúcar refinado o artificial que encontramos en la bollería, en la carne adobada, en los embutidos o en los congelados.

Con el azúcar natural recibimos la suficiente cantidad para nuestro cerebro, según la versión de los endocrinos

Pero la sacarosa, que se encuentra en el azúcar artificial, es mucho peor para nuestra salud por culpa de la transformación que recibe durante el proceso de refinado. Además, este tipo de azúcar tiene otras consecuencias en nuestro estado de salud.

Pero, cuando tomamos demasiado azúcar, la insulina se pone a trabajar para controlar los niveles presentes en la sangre. Y a medio plazo puede provocar un descenso en los niveles de glucosa que puede repercutir en el sentido del humor de la persona.

O sea, esa sensación inicial de confort acaba conllevando a una sensación de desgana, irritabilidad y decaimiento. Por eso, para poder compensar esa sensación el cuerpo ingiere más azúcar, los niveles se vuelven a elevar y se entran en un auténtico círculo vicioso. Por otro lado, el pico de felicidad solo dura un corto período de tiempo, con lo que se vivirá otra bajada en poco tiempo. La sensación de alivio, en todos los casos vinculados al azúcar artificial, es a corto plazo.