Si Mayo de 1968 cumplió 50 años y con el prestigio casi intacto, seguro que no ocurrirá lo mismo con lo que sucedió el 2 octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México, también conocida como Tlatelolco. A pocos días de comenzar los Juegos Olímpicos en la capital azteca, ocurrió una terrible matanza, de la cual todavía sigue habiendo misterio y parece tabú hablar.
El periodista deportivo español José María García, enviado especial aquellos días para cubrir la Olimpiada, describió en su día cómo vio a un helicóptero disparando indiscriminadamente a los estudiantes que se manifestaban, y según él, eran cientos las víctimas.
La matanza inició después de que un helicóptero lanzara una bengala
Según explicaron testigos, a las 17:30 horas, un helicóptero sin distintivo lanzó una bengala y ahí empezó el inmenso tiroteo, que duró 20 minutos. Pero horas antes, según recordaba el diario El País, un grupo enviado por el Gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, y dirigido todo por el Ministro del Interior y siguiente presidente de México, Luis Echeverría, vestidos de civil, conocido por Comando Olimpia, empezó a tomar posiciones en el lugar.
Allí, a las cinco de la tarde, un grupo importante de estudiantes daría un mitin, exigiendo más democracia para México, que ya padecía la corrupción galopante que tenía el PRI gobernante, ya medio siglo en el poder.
Pero el Gobierno de Díaz Ordaz no lo entendía así, y los veía como elementos peligrosos, teniendo reciente el Mayo del ’68 francés, creyendo que estarían influidos por la Revolución Cubana de Fidel Castro y la URSS.
Se estima que los muertos fueron 400 e incluso 500. Nunca se sabrá con exactitud. Además, los militares retiraron rápidamente los cadáveres y, según rumores, habrían sido incinerados sin el consentimiento de las familias.
Hoy todavía siguen en las listas de desaparecidos.
Un soldado, después taxista, que hoy tiene más de 70 años, recuerda cómo fueron a la plaza: “En aquellos tiempos era militar, nos reunieron el día antes y nos llevaron a un campo militar a las afueras de la ciudad, allí nos dijeron que nos enfrentaríamos a una masa armada muy peligrosa, éramos gente inexperta y con miedo partimos hacia Tlatelolco”.
Luego, dice que recibieron disparos contra ellos, creían que de los estudiantes, y “con una mezcla de miedo y cólera”, empezó a disparar sin cesar. Después supo que esos disparos eran de los propios policías, no de los estudiantes. Confiesa que le cuesta acercarse a la plaza, se siente culpable de un crimen masivo.
Desde entonces, en algunos mexicanos germinó un odio al Estado
Aquella brutalidad del Gobierno mexicano en turno, según señalan expertos, fue el germen de la hostilidad del pueblo hacía el Estado, y ello se encarnó en las guerrillas de Chiapas e incluso en los narcotraficantes, actualmente un poder paralelo en México.
También se dice que en la matanza habría estado implicada la CIA de EE.UU., temerosa como siempre de cualquier movimiento revolucionario.
Sergio Villalobos, activista, recuerda haber sospechado de gente que “Venía de países centroamericanos. Siempre nos ofrecían armas. Pero los Comités de Huelga rechazaban las armas. ¿Contra quién las íbamos a utilizar? Luego descubrimos que eran agentes de la CIA, que ofrecían armas para justificar lo que ocurrió”.
Y relató cómo salvó la vida de la persecución de los militares contra ellos mientras se refugiaban en edificios próximos, con estremecedor realismo, y cómo una compañera del Comité de Huelga de otro edificio de la zona le ayudó a huir de allí de incógnito. Pero algo indigna a Villalobos sobre todo: no haber leído ni una línea de aquella matanza en la prensa mexicana de la época, ya que el presidente Díaz Orgaz había logrado silenciarla, teniendo los Juegos Olímpicos a la vuelta de la esquina.