Queridos espectadores, siéntense en su cómodo sofá, enchufen la televisión y prepárense para ver una película de acción, cuyo principal argumento es que el Departamento de Defensa de Estados Unidos, junto a otros gobiernos mundiales, quieren controlar el clima mediante dispositivos sofisticados, que generan huracanes, tsunamis, inundaciones y terremotos, sin que se entere la población, y además estos instrumentos pueden ser mortales y peligrosos para la salud de las personas. ¿A qué suena bien el argumento? No, no me he vuelto loco, y la verdad es que ahora no estoy para películas, pero lo que les estoy contando es real como la vida misma.

Y dejémonos ya de teorías de la conspiración, como se quiere vender desde los grupos oficiales.

Todo lo que les he contado en las primeras líneas de este artículo es verdad, basándome en los testimonios un sector importante de científicos, quienes consideran que el proyecto HAARP y los chemtrails son los causantes de las modificaciones climatológicas ocasionadas por el hombre de manera artificial, que pueden amenazar la existencia de nuestro planeta en los años venideros. Por si esto fuera poco, estos dos dispositivos, afirmado por un grupo de científicos, son un peligro potencial para la salud de las personas y ocasionan serios daños cerebrales.

Primero quiero exponer todo lo que envuelve al proyecto HAARP (Proyecto de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia), que tiene mucha miga y, además, les daremos la versión oficial, que propone el gobierno norteamericano (políticos, militares, científicos oficialistas...), que sólo se la creen ellos y la mayoría de los medios de comunicación convencionales.

Este proyecto se creó inicialmente para dar salida a la inmensa producción de gas natural de Alaska a otros países. El reconocido físico estadounidense, Bernard Eastlund, propuso emplear el gas natural de Alaska para hacer funcionar un enorme generador eléctrico. Su energía iría dirigida hacia el calentador ionosférico más grande la Tierra y estaría compuesto por un grupo de antenas empleadas para enfocar un intenso haz de energía electromagnética hacia las capas superiores de la atmósfera, donde se estrellaría con la ionosfera, generando un espejo energético.

Por tanto, sería Eastlund el que creara la primera patente de este dispositivo en 1987.

Este invento manipularía parte de la atmósfera y su efecto es distorsionar la ionosfera, lo que originaría un estado de caos en las comunicaciones globales y podrían hacer la función de desviar misiles enemigos. Y aquí entró en escena el Pentágono, a través de su Departamento de Defensa, que financió este programa para fines militares.

Sin embargo, desde este área se argumentó, según la versión oficial, que este proyecto tiene como principal objetivo "estudiar las propiedades de la ionosfera, para las comunicaciones a larga distancia, para la localización de prospecciones petrolíferas y es de naturaleza civil".

La primera estación HAARP se puso en funcionamiento en 1993 en Gakona (Alaska), aunque esta cerró en 2014, dando paso a otras muchas estaciones emplazadas por todo el mundo: Estados Unidos, la que cuenta con más bases, Alaska, Rusia, Ucrania, Australia, India, China, Taiwán, Noruega, Gales, Alemania, Perú, Japón y Francia. No todas, evidentemente, tienen finalidades ocultas para generar catástrofes naturales y ocasionar problemas de salud, aunque países como Estados Unidos, principalmente, Rusia (La antigua Unión Soviética participó en experimentos de cambios del clima durante la Guerra Fría en los años 70) o China, tienen finalidades ocultas en este sentido.

El HAARP, inspirado en los estudios de Tesla

El origen del diseño del proyecto HAARP estadounidense se basó en los estudios del genio Nikola Tesla, quien a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, realizó estudios sobre la transmisión de energía eléctrica sin hilos, que tenían aplicación para los terremotos. De hecho, el científico serbio, según algunos investigadores, realizó algún experimento provocando movimientos sísmicos de baja intensidad, lo que le llevó a la conclusión de que las frecuencias de resonancia necesarias para originar terremotos, podrían destruir el planeta. Tras su muerte en 1943, el gobierno estadounidense confiscó todos sus documentos en los que Tesla fue desarrollando sus estudios e investigaciones.

Hasta la actualidad, estos documentos están clasificados y son de seguridad nacional, aunque el Departamento de Defensa de Estados Unidos aprovechó sus estudios para desarrollar el proyecto HAARP como un arma geofísica poderosa, capaz de controlar el clima y provocar huracanes, tsunamis, inundaciones, tormentas y terremotos.

Con esta finalidad, se creó la primera estación en Gakona (Alaska), compuesta de 180 antenas, con capacidad de enviar, a través de un generador eléctrico, energía electromagnética [con una potencia máxima de 1 gigavatios (1 billón de vatios)] para impactar con la capa de la ionosfera. Esto provocaría su calentamiento, que alteraría el clima, llegando a causar catástrofes naturales.

A esta conclusión han llegado muchos científicos, que señalan a los militares estadounidenses como los principales responsables de los huracanes más recientes ocurridos en las islas caribeñas en 2017 (Irma, Katia y José), que, según investigaciones de los propios científicos, "coinciden en posición con los producidos hace 7 años (Karl, Igor y Julia) y fueron provocados por el hombre", señalando directamente al HAARP.

Según afirmó el geoingeniero Patrick Roddie al canal de you tube Era de Wisdom, "el huracán Harvey - ocurrido en Estados Unidos (2017)- así como los huracanes Irma, Katia y José, han sido fabricados por el hombre", tras estudiar las imágenes de la NASA en la herramienta interactiva Worldview, que permite ver nuestro planeta desde los satélites.

Además, un sector científico apuntó a los militares americanos como los causantes de los terremotos que castigaron a México en 2017. Se llegó a asegurar que "las luces que se vislumbraron durante esto terremotos, denominados 'luces de sismo', estarían producidos por la Torre de Tesla y que este fenómeno lumínico es causado por diferentes sustancias presentes a la atmósfera, que resplandecen por la fricción de la Tierra durante los sismos".

Otro testimonio significativo es el del prestigioso físico norteamericano Michao Kaku, que aseguró, en la cadena televisiva CBS, que "el HAARP es el causante de la oleada de huracanes, ya que fueron producidos de forma artificial". Kaku prosiguió en sus afirmaciones destacando que "estos huracanes son el resultado de un programa gubernamental de modificación del clima, en los cuales fueron rociados por nanoparticulas en las tormentas y luego activados mediante el uso de láseres".

Por su parte, el científico Nick Begich realizó una investigación profunda sobre el proyecto HAARP, junto a la periodista Jeanne Manning, publicando el libro "Angels don´t play this harp-Los ángeles no tocan este arpa (en español)", en el que llegó a la conclusión de que "si el HAARP operase al cien por cien podría crear anomalías climatológicas sobre los dos hemisferios terrestres".

Científicos de la Universidad de Stanford señalaron al respecto del HAARP que "el clima mundial podría ser controlado mediante la transmisión de señales de radio relativamente pequeñas a los cinturones de Van Allen".

Para dar por zanjado el capítulo del HAARP, hay que señalar que desde la comunidad científica, aunque no está comprobado, se sospecha que este dispositivo sofisticado, además de contribuir a la modificación del clima ocasionando desastres naturales, también sería usado como finalidad oculta para el control mental de la población a través de las ondas electromagnéticas, que llegarían a provocar enfermedades físicas, alterar la psique humana, generando histeria y alucinaciones.

En definitiva, serviría como un arma sutil para el control de las masas.

Sustancias tóxicas desde los cielos

Los chemtrails (estelas químicas) son quizás más conocidos por la opinión pública, aunque se intenta desprestigiar las voces que claman contra el lanzamiento desde los aviones de estas cortinas de humo que quedan concentradas durante muchas horas en los cielos de todo el mundo.

El propósito inicial de esta obra de geoingeniería militar (los chemtrails) es el de arreglar el desaguisado ya realizado por el hombre, que ha dañado la capa externa de la atmósfera que nos protege de los rayos UV. De hecho, los científicos y la propia NASA reconocieron que la magnetosfera, que es el escudo magnético que tiene la Tierra, se deterioró mucho en los últimos años y creó un agujero en la capa de ozono, por lo que nuestro planeta corre un grave peligro.

Para ello, se creó el Protocolo de Kyoto (Japón-1997), que reúne a los países miembros de la Convención Marco sobre el Cambio Climático. La propuesta de los geoingenieros para reparar el daño generado en nuestro ecosistema, era cambiar la química y las condiciones de la atmósfera neutralizando los gases responsables del efecto invernadero mediante la reducción de emisiones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso.

Sin embargo, a veces el remedio es peor que la enfermedad y en este caso ocurrió lo mismo. Se buscó una solución 'suicida', a espaldas como siempre de los ciudadanos, y se usó el programa de los chemtrails, es decir, fumigar desde los aviones los cielos, formando una capa a modo de cortina de nubes artificiales, que hagan la función de reflejar los rayos solares y evitar que parte de las radiaciones penetren en nuestra atmósfera, causando daños y calentamiento en el planeta.

Las consecuencias graves de los lanzamientos de las estelas químicas es modificar artificialmente el clima, como el caso del HAARP, y sus compuestos [metales (aluminio, radio...) y polímeros] son altamente perjudiciales para la salud de las personas. Hay evidencias de todo esto que les estoy relatando.

En España, cuatro meteorólogos denunciaron ante la Unión Europea en 2014 que nuestro país estaba siendo fumigado por aviones para cambiar el clima. Nada más tienen que mirar cada día a los cielos, no sólo de España sino de todo el mundo, para observar el paso continuo de aviones rociando una estela de polvo blanco, alineadas en línea recta o en forma de X. Se han parado a hacerse la siguiente pregunta: ¿Por qué se producen cada pocos días cambios bruscos de temperatura, mucho frío, ambiente cálido, temporales de lluvia o de nieve?.

La respuesta la tienen en los cielos. Este problema también conlleva consecuencias dañinas para la salud de los ciudadanos.

Para cerrar el controvertido asunto de los chemtrails y dejar por zanjado la obsoleta teoría de la conspiración que denuncian desde los gobiernos, la ciencia oficial y un sector de los medios de comunicación convencionales, les resumiré un experimento realizado en España por unos valientes científicos, que capturaron mediante un globo restos de los polvos blancos que se lanzan desde el aire.

Los resultados sorprendieron a estos científicos, que descubrieron que las sustancias analizadas contenían un compuesto químico: monóxido de dihidrógeno (DHMO), que en grandes cantidades puede ser peligroso e incluso mortal. La ingestión de altas dosis del DHMO puede producir una excesiva dilución de sodio en la sangre (hiponatremia). En caso extremo, se pueden producir edemas cerebrales irreversibles, comas o, incluso, morir por sobrepresión del cerebro al bulbo raquídeo.

Los gobiernos todavía no se han pronunciado sobre este experimento realizado en 2014 por estos científicos, que permanecen todavía en el anonimato por miedo a represalias.