El spam se refiere al correo electrónico no deseado, aunque pocos saben de dónde se origina el nombre, a raíz de un episodio de la serie televisiva Monty Python, en la que los clientes de un restaurante que piden algo diferente a la especialidad de la casa (spam, carne enlatada), son acallados por los demás que cantan a coro "spam, spam, spam".

La avalancha de publicidad inunda los buzones, las emisoras y la programación. Casi no se puede dar un paso sin chocar con un anuncio, o con un vendedor. No se está a salvo ni en casa, las llamadas telefónicas nos pueden asaltar en cualquier momento, desprevenidos ante el acoso de las empresas que cazan clientes, ¿qué hacer?

La Lista Robinson era una opción para este tipo de uso de datos personales, pero no es un método infalible, como ya han descubierto algunos investigadores,el jurista Samuel Parra advierte,en este caso, que el listado completo se puede comprar, por supuesto, para no enviar publicidad a los suscritos. Es casi inaudito navegar por una web sin anuncios, o una red social, o descargarse una aplicación que no bombardee con anuncios. Los usuarios buscamos aplicaciones que nos defiendan de la invasión, algún truco que nos libre de la publicidad emergente, es como una lucha sin cuartel. Y mientras no se ataque en la raíz del asunto no hay nada que hacer. El respeto a la intimidad en España, deja mucho que desear;en realidad, toda clase de respeto,- y ya se sabe, que cuando falta el respeto, falta todo-, el estilo de venta y de publicidad predominante es invasivo, avasallante, bastante agresivo, como si pretendieran imponerse como un imperio de dominación, y lo pueden conseguir fácilmente en la medida de lo sugestionable que sean las presas, y más si no están sobradas de sentido crítico.

"Vender o no vender " esa no es la cuestión, o quizá un poco, sí, porque la supervivencia física ahora depende de que se venda mi producto, mi marca, mi empresa o incluso, yo mismo. En cuestiones de supervivencia, en general, se arrasa con lo que haga falta para ese objetivo, y así puede verse.

Es posible alcanzar un modelo de sociedad, en el que no tengamos que vendernos unos a otros, para la supervivencia, pero para eso hay que empezar a dejar atrás el egoísmo.

El egoísmo y el dinero suelen estar muy unidos. Hay motivos para mantener la esperanza de que lentamente se puede ir dando un giro a este panorama, no sólo hay algunos héroes que intentan dar ejemplo intentando vivir sin dinero, en Europa, por ejemplo, la alemana Heidemarie Schwermer. Hay esperanza.