El fallecimiento de María Isabel no fue por causas naturales, como demostró la autopsia que se le practicó por exigencia de su hermano que anteriormente había denunciado a la Guardia Civil su ‘detención ilegal’ al no poder acceder a comunicarse con ella. Un instructor de la causa habló por teléfono con Arancha dos días antes del fallecimiento de su tía y al mismo tiempo decidió enviar a una pareja de guardias civiles para proceder a una inspección ocular de la vivienda y comprobar que María Isabel estaba en ella y en que condiciones. La respuesta de la mujer de Luis Lorenzo fue que sin orden judicial no les dejaba pasar.
Esto sucedió el 26 de junio de 2021 y la tía de Arancha falleció el 28 de junio.
La autopsia habla de muerte violenta y homicida por envenenamiento
La autopsia reveló que la fallecida tenía cantidades de cadmio 200 veces superior a lo normal y también cantidades ingentes de manganeso. Ambos metales pesados ingeridos en estas cantidades son letales.
Los forenses concluyen que tuvieron que administrárselo de forma diluida con algún tipo de alimento y que la ingesta se produjo 24 o 48 horas antes de fallecer. La forma de administrar tal cantidad de cadmio en polvo es obtenerlo de las pilas domésticas y en el registro llevado a cabo en casa de los imputados se hallaron muchos paquetes de pilas, algunas de ellas claramente deterioradas.
El envenenamiento por cadmio, concluyen los forenses, fue suministrado unas 24 horas antes de fallecer la octogenaria, por lo que no fue envenenada durante meses, ya que, de ser así, el cadmio se hubiese hallado en el pelo, el hígado y los riñones, afirma el psiquiatra José Cabrera.
Declaración espontánea y auto inculpatoria de Arancha al ser detenida
Esta afirmación salió de la boca de Arancha cuando junto con su marido iba camino del calabozo: “Si llego a saber que iba a pasar esto, la incinero y nadie se entera de nada, que no soy estúpida”. Sorprendidos deberían de quedar los responsables de la detención al oírla.
Arancha quiso incinerar a su tía tras su fallecimiento, pero la presión de la familia de Asturias obligó a enterrarla en su pueblo natal, aunque ella justifica que lo hizo para cumplir su última voluntad de reposar junto a su marido fallecido hace años.
Cuando murió María Isabel, solo estaba en la casa la cuidadora y los hijos de la pareja, ellos se encontraban viajando hacia Asturias. La cuidadora al entrar en la habitación de la enferma que se encontraba en un estado avanzado de deterioro físico y cognitivo, la encontró muerta y procedió a llamar a su sobrina que con su marido volvió rápidamente a Madrid.
El testimonio de la cuidadora será clave en la resolución de la causa, ya que Arancha afirma que era la encargada de darle de comer y de su medicación y la sanitaria afirma que la medicación le era suministrada siempre por Arancha y que ella ni siquiera sabía que era lo que le daba, además declara que María Isabel estaba muy mal atendida.
La última vez que regresó a Asturias, María Isabel le comunicó a una amiga que no quería volver a Madrid porque el marido de su sobrina no le gustaba. Al parecer la octogenaria fue sacada de su casa a la fuerza y de madrugada por su sobrina y Luis Lorenzo unos meses antes de su fallecimiento y ya no regresó con vida.