Quien más quien menos ha tenido alguna vez una época de nuestra vida marcada por la ciclotimia en la que hemos pasado de lo más arriba a lo más abajo en cuestión de horas o minutos.

Estas variaciones en nuestro estado de ánimo no tienen mayor importancia a no ser que por el camino dejemos algún "cadáver" fruto de nuestra inestabilidad emocional que, a menudo, está detrás de grandes broncas y, sobre todo, grandes arrepentimientos.

Puede que el colaborador más lenguaraz de Sálvame, Kiko Hernández, esté atravesando o haya atravesado en las últimas horas alguno de estos momentos.

De hecho, a tenor de sus propias palabras, y del cambio de actitud inesperado que este ha mostrado en antena en menos de veinticuatro horas no son pocos los que así lo piensan.

Todo comenzaba la tarde del pasado jueves cuando este, tal y como recoge la publicación Vanitatis, amenazaba a Anabel Pantoja por un comentario realizado sobre sus hijas. Después de que este hubiera atacado a Kiko Rivera "Paquirrín" de estar vendiendo todo, incluso una foto de su recién nacida, la sobrina de Isabel Pantoja le recordaba que él hizo lo mismo al poco de conocerse que habían nacido sus mellizas.

Fue entonces cuando este, fuera de sí, sacaba su peor cara. La más agresiva e intimidante, recordándole a la aludida con quién se estaba metiendo y los problemas que esto le podría traer.

Las palabras del madrileño no dejaban mucho lugar a la interpretación: "Le podría haber soltado una que la dejo temblando y se tiene que ir de plató llorando", para agregar finalmente, de la manera más barriobajera posible un "cuidadito conmigo".

El día más ciclotímico de la vida de Kiko Hernández

Las caras de los presentes eran todo un poema y las críticas de los seguidores del programa en las redes sociales hacia él no dejaban de sucederse.

Al poco tiempo este se daba cuenta de que la había liado en directo ante toda España y prefería taparse con la manta.

No sería hasta el día después hasta que este, quién sabe si tras haber comentado lo sucedido con alguien o tan solo con la almohada, decidía acudir al plató de los estudios de la cadena de Fuencarral con otro tono completamente distinto al de la última ocasión.

Con un perfil bajo, cara de cordero degollado y pidiendo la palabra se disculpaba con su compañera de programa asegurando que perdió "los papeles" y agregando que "no tenía que ocurrir y ocurrió, se me fue de la mano”. Esperemos que este fin de semana le haga reflexionar.