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Así es, la película que será estrenada el próximo día 17 de noviembre, ya está recibiendo las primeras críticas, y nosotros no íbamos a ser menos.
En un panorama donde Marvel ya prepara su película más grande y ambiciosa hasta la fecha, Los Vengadores: Infinity War, DC adelantaba un estreno prematuro, a medio hacer con tal de plantar cara a los ambiciosos estudios con los que lleva enemistándose de un modo afable desde hace décadas. ¿Pero está a la altura de las expectativas de los fans, y habrá llegado para suplir la falta de calidad de muchas de las películas de DC?
Wonderwoman (2017, Patty Jenkins) llegó pisando fuerte, instaurando una serie de críticas bastante favorables que la ensalzaban como la mejor película de DC hasta la fecha. Especulaciones no han faltado desde que se supo que ya se había puesto en marcha la Liga de la Justicia: es quizás demasiado pronto, apenas se ha profundizado o desarrollado un vínculo con y entre los personajes, Batman vs Superman no es suficiente pretexto... Pese a todo ello, la maquinaria cinematográfica ha seguido en funcionamiento hasta poder traernos de la mano de Zack Snyder su versión de la Liga de la Justicia.
¿Es la Liga de la Justicia una buena película?
Bueno, la crítica estadounidense puede llegar a ser realmente incisiva en cuanto a lo que los universos Marvel y DC han venido concibiendo desde hace años en la industria cinematográfica: no os vamos a engañar, algunas críticas son realmente duras y descalificativas para el trabajo realizado por Zack Snyder.
Como una apasionada chispa se presentaba Batman vs Superman, donde las líneas de la amistad y enemistad eran desdibujadas hasta que las dos leyendas del cómic pudieron descubrir de manera conjunta por la ejecución de un guión casi irrisorio que sus madres compartían nombre: Martha. Esta coincidencia anticlimática fue de largo el primer indicativo, así como la primera señal de un universo cinematográfico creado por DC (o más bien por el señor Snyder), ínfimamente convincente y donde los problemas eran evidentes.
La nueva obra de Snyder ha pasado por muchos altibajos, pues tuvo que volver a regrabar entre el 15 y el 20% del grueso total de la película de nuevo, incluyendo un segmento que al final no fue añadido para el final del largometraje. Un estado inapropiado, anamorfo y que impide ver con homogeneidad el conjunto fílmico que se presenta como totalmente desestructurado.
No posee ni silueta, ni forma; simplemente es. Quizás sea el pretexto ideal para cubrir el nuevo rol adoptado por el Batman de Ben Affleck, en una actitud incierta y colegialmente responsable respecto a sus compañeros.
Nos encontramos meses después del infortunado sino padecido por Superman, donde aún se le recuerda en el colectivo público como la caída de un Dios que no solo sangró sino que fue derrotado. Una atmósfera humillantemente depresiva y desmoralizante que precede a evidenciar el modo en que ahora una amenaza se cierne sobre la Tierra. Esta aparece materializada como una grotesca y maléfica fuerza de destrucción representada por el villano Steppenwolf (Ciarán Hinds).
Ben Affleck continúa haciendo tributo a la afonía que parece esgrimir desde años el personaje de Batman, como si ello fuera garantía de intimidación y respeto, llegando a concienciar a Wonderwoman de que la existencia de un escuadrón que proteja a la humanidad es estrictamente contingente.
Al cual no solo se sumará Diana Prince (Gail Gadot), sino que también otros metahumanos como Flash (Ezra Miller), Cyborg (Ray Fisher) y Aquaman (Jason Momoa).
Mientras que Lois Lane (Amy Adams) languidece representando la parte más humanamente aburrida de la película en el Daily Planet, la servicial figura de Alfred (Jeremy Irons), trasciende aún más en la medida de la posible al híbrido de pelo plateado que permanece pegado a una silla tras la pantalla de un ordenador, a modo de freak cuestionando constantemente con qué nuevo y disparatado plan se saldrá la cuadrilla de superhéroes. Sin embargo, pese a la primaria incapacidad de trabajar de forma coordinada todos dejan a un lado sus diferencias y preocupaciones para luchar contra el invasor común (en honor de Superman).
Momoa es el equivalente a La Cosa en aquellas irritantes primeras adaptaciones de Los Cuatro Fantásticos: una montaña o formación de músculos que pone la dosis de humor acompasada de ostias perfectamente coordinadas con sus escasas frases de guión. Ezra Miller, es decir, Flash, se encarga de proveer una alternativa y rebelde versión del comúnmente estereotipado nerd, incrédulo y de humor alienado. Ray Fisher se antoja tan inanimado como su papel de Cyborg, adusto, frío y desde la comodidad de su propia tecnología.
Ben Affleck no deja de ser el persistente vigilante incapaz de relajarse durante dos minutos por la deposición de un rol tan importante como el de Batman sobre sus hombros, y sigue siendo incapaz de convencer tanto en su armadura como en su traje de plutocrático.
Todo su personaje se percibe como un chiste tejido y tardío que pretende ser atrevidamente herético sobre la propia figura de Batman con bromas en sus diálogos que la propia gente lleva formulando desde hace siglos:
+"¿Cuál es tu superpoder?"- Flash, o el colectivo humano.
-"Soy rico".- respuesta de Bruce Wayne
Una paleta de diferentes magnitudes de lo soporífero, que sin lugar a dudas discurre bajo la irónicamente diestra mano de Bruce Wayne para aportar el gran problema del aburrimiento a esta obra. No es implacable ni feroz como lo era Christian Bale; parece sudar demasiado, como si el termostato de la batcueva estuviera demasiado elevado, y sus intentos de la humorística no van más allá de tropiezos achacados a una inusitada vejez, apartándolo del resto de sus compañeros.
Todo el peso acaba recayendo sobre el personaje de Gal Gadot, ofreciendo una Wonderwoman excesivamente dramática y pertinente en todo momento. Esta lucha desde primera instancia contra los clichés que va implementando la propia incapacidad de la película para romper sus propias barreras, terroristas que aún usan cuentas atrás digitalizadas en bombas que destruyen cuatro manzanas. Pero al menos es la única encargada de proveer ese vínculo más similar o familiar al cómic que pueda padecer el espectador, sumado a una ligera carga de surrealismo y sentido de lo exótico.
Al final, aunque el conjunto fílmico se presenta como algo terriblemente pesado y de incómoda visualización y duración, la gran revelación es lo solemne bajo un marco de laboriosidad técnica que deja bastante que desear en cuanto a CGI actual refiere.
Una última mirada a unos créditos interminables para poder sentir una punzante aportación en cuanto a lo que el microcosmos introducido por Marvel tras los créditos refiere.
Precisamente, Justicia es lo que viene urgentemente necesitando la franquicia tanto con su casting como sus historias.