A este paso, en cuestión de poco tiempo no va a quedar por saber ni el más nimio detalle del matrimonio que unió por la iglesia a Fran Álvarez y a Belén Esteban.

Y es que, a la incontinencia verbal de la princesa del pueblo, quien ya ha comenzado a desmentir algunas de las informaciones que han empezado a rodar sobre el tiempo que estuvo casada con el camarero, se le suma ahora la del que fuera su marido, callado hasta hace nada y dispuesto a dejar a los pies de los caballos a la de San Blas.

A este respecto, más allá de las alusiones a la espiral de autodestrucción repleta de drogas y alcohol que han copado los grandes titulares tras su reaparición en una conocida revista, existen otros pasajes menos llamativos pero con los que Fran quiere destapar la verdadera personalidad de la rubia más famosa de España.

Después de ojear distintas informaciones al respecto de esa entrevista de la que ya han escrito ríos de tinta todos los medios que informan sobre la crónica social, nos ha llamado la atención el punto en el que pone el acento el diario Extraconfidencial y que hace referencia a lo "rata" que sería la colaboradora de Sálvame, o al menos habría sido, según el que fuera su marido.

Según éste, y a pesar de lo que ésta ha querido vender a todo el mundo durante muchos años, no fue ella quien corrió con los gastos de la boda, ni mucho menos, sino que fue su padre quien tuvo que apoquinar hasta el último céntimo de la fastuosa ceremonia de la que ambos gozaron pensando que lo que allí sellaban sería para toda la vida.

Un dinero, el de la boda, que tuvo que adelantar el dueño del bar El Rascacielos, es decir, el padre del novio, haciendo un esfuerzo sobrehumano que luego ésta pagó anunciando a bombo y platillo que fue ella quien lo pagó, siempre según la publicación de marras citada anteriormente.

Fran asegura que Belén no le daba "ni un euro para el autobús"

Pero la cosa no queda ahí. Ya que, a pesar de ser ella quien le aconsejó que dejara de trabajar ofreciéndose para ser ella quien corriera con los gastos familiares, bajo el pretexto de que sería lo mejor para alejarlo del grave problema de alcohol del que se sigue recuperando, luego, a la hora de la verdad, no era capaz de dejarle "ni un euro para el autobús".

Una información, esta de la que nos hacemos eco, que vendría a poner de manifiesto que, de confirmarse, la fama de tacaña de Belén Esteban habría llegado hasta límites insospechados. Pos suerte para ambos, su historia terminó ya hace mucho.