Casi tres meses después de que se alzase por primera vez el telón de Supervivientes 2017, y tras completar esos casi cien días a pan y agua, son muchos los espectadores del programa los que se han preguntado cómo ha llevado cada uno la ausencia de relaciones carnales durante el tiempo que han estado en Honduras.
Una pregunta recurrente a la vuelta de los participantes al plató y que el pasado jueves nos dejaba un testimonio de primera mano que contravenía lo que se había venido diciendo desde el punto de vista médico, alegando a que la mayoría de "robinsones" no suele sentir necesidad alguna durante el tiempo en el que están sometidos a la ausencia de otras necesidades más básicas.
Según Juan Miguel, el peluquero más famoso de España, cada día que se levantaba en la isla lo hacía con una predisposición más que evidente a saciar sus instintos más básicos. A falta de una pareja con la que desahogarse, con el recuerdo del hambre, las tareas cotidianas y el calor extremo, poco a poco, su sed de cariño se iba apagando hasta que su nivel de vigor volvía a los niveles bajos tradicionales.
Y es que son varios los médicos sexólogos los que han dejado claro que, lo normal, es que durante toda la experiencia apenas tengas alguna reacción física relacionada con el deseo carnal. Esta, si llega, suele ser durante las primeras semanas disminuyendo la libido a medida en la que el hambre, el calor, la pérdida de peso y el estrés propio de las pruebas y las broncas con los compañeros se van haciendo latentes.
Además de Juan Miguel, un portento en estas lides, parece que Kiko y Gloria Camila también han conseguido lidiar con esa falta de apetito llegando a tener un encuentro íntimo en el que ambos consumaron su amor. Lo que, para muchos expertos, también tiene una explicación de lo más sencilla.
¿Por qué algunos supervivientes tienen ganas de hacerlo y otros no?
Más allá de que se pueda tratar de personas muy activas en estas lides, lo cierto es que en las parejas influyen otro tipo de factores a la hora de mantener relaciones como son las rutinas o costumbres, la necesidad de sentirse atractivo para la otra parte, de hacérselo notar a la otra persona, e incluso, como también podría haber pasado a esta dupla, de ahuyentar los fantasmas de terceras personas que se entrometen en un determinado momento.
En cuanto al resto, y a falta de que lo certifiquen a su vuelta, parece que las cámaras y la tensión de la que hablábamos antes les ha tenido con la necesidad de amor por los suelos. En una semana podrán resarcirse.