El tomate es muy usado en las cocinas de casi todo el mundo para hacer salsas o comerlo en ensaladas. Pero hay algunos errores que se pueden estar cometiendo al comprarlo o consumirlo. En muchos casos estos errores se repiten porque sencillamente se adoptaron ciertos hábitos culinarios. La calidad del tomate dependerá de la época del año y la manera en que se almacene o se prepare aunque hay algunas maneras eficaces de obtener tomates de textura, color y sabor ideales para los gustos más selectos.
Adquirir tomates de calidad
Todo empieza cuando se van a comprar los tomates ya que su calidad depende del buen criterio del consumidor.
Los tomates maduros y que hayan sido arrancados en el momento justo no se encuentran a la vuelta de la esquina. Su sabor y la textura dependerá mucho de la apariencia del tomate, así que si hay que buscar en alguna tienda de vegetales que sea atendido por personas conocedoras de la agricultura.
En algunos países los tomates son recogidos del campo cuando apenas están todavía verdes para que puedan conservarse hasta que lleguen al supermercado. Estos no son de buena calidad en sabor. También hay que tener presente que el tomate se da más en el verano por lo que en otras épocas es más costoso y de menos calidad. Es por esto que si se quiere un buen tomate hay que buscarlo hasta encontrarlo.
Meter los tomates en la nevera, añadirles sal y quitarles la piel son malas costumbres
Una vez que llegan los tomates a nuestra casa por lo general las personas los meten en la nevera para que estén fríos. Esto es aconsejable si se va a tardar mucho en consumirlos, si no es así algunos profesionales de la cocina aconsejan guardarlos a la temperatura del ambiente.
El frío excesivo hace que el sabor se pierda en el tomate así que basta dejarlos en un lugar ventilado.
Otra costumbre al comer tomates es añadirles sal mientras se preparan para una ensalada. Lo mejor será añadirla si es necesario justo al momento de comerlos ya que si se hace antes el tomate se secará y perderá su textura jugosa.
También está la práctica común de quitarles la piel al tomate o pelarlos y es en este aspecto que las opiniones varían. Algunos expertos en cocina prefieren quitarles la piel para obtener la pulpa perfecta para una salsa o la textura ideal para comerlo.
Pero hay otros puntos de vista que por ejemplo afirman que en la piel hay fibra y esta es beneficiosa para aquellas personas que sufren de estreñimiento. Según una especialista en nutrición, Montse Folch, en la piel del tomate hay antioxidantes porque precisamente esa es la función que cumple envolviéndolo, además de que allí hay vitaminas muy importantes como la C.