El espectro de wearables parece no tener fin. Hace pocos días el equipo de investigación de la universidad de Tokio, liderado por Takao Someya, ha hecho públicos sus avances en la revista científica Science Advances. Están ensayando un prototipo de piel artificial a base de fragmentos milimétricos de leds.

El proyecto bautizado como "e-skin" o Piel electrónica consta de unos diodos orgánicos, que emiten una luz roja de alta frecuencia, y de unos fotodetectores, identificados mediante una luz verde, que combinados hacen posible adherir este dispositivo de 3 micrómetros de grosor a nuestra piel.

Quizás no seas consciente, pero su espesor es 13 veces inferior al de un cabello humano.

Flexible y resistente

Lo noticioso de lo expuesto por Takao Someya reside en los avances logrados desde los primeros modelos. Los actuales prototipos emiten menos calor y consumen menos energía, condiciones que favorecen que sea tolerado durante más tiempo y con una mayor confortabilidad. Caracterizado por una total flexibilidad, puede ser doblado sin despegarse, resiste a las temperaturas extremas y a las salpicaduras de agua. Sin embargo, todavía no es completamente sumergible.

Los diodos y fotodetectores orgánicos conforman unas pantallas de led de 7 segmentos extrafinas, cuyos indicadores de color permiten visualizar los datos directamente sobre la piel.

Datos como la concentración de oxígeno en sangre o la frecuencia cardíaca abren un nuevo horizonte de posibilidades en esta tecnología usable.

¿Se aproxima el fin de los teléfonos móviles convencionales?

Es posible que a la vista de los actuales progresos alcanzados con estos dispositivos tecnológicos diseñados para hacer más sencilla la realización de las tareas cotidianas, los smartphones, tal y como los concebidos ahora, sean reemplazados por tiras de piel artificial compuesta por leds ultrafinos.

Algo similar puede suceder con los relojes inteligentes, tan demandados en nuestros días por aquellos que practican algún deporte con asiduidad y desean analizar su rendimiento. No en vano, el doctor Someya apunta, precisamente, a este uso como una de las principales potencialidades de la piel electrónica.

Pese a que aún deben continuar ajustando la calidad de los sensores, entre las aplicaciones más relevantes de la piel artificial están el aseguramiento de la correcta administración de un tratamiento farmacológico o la recopilación de datos biómetricos, que serán valorados para optimizar el rendimiento deportivo de atletas.

Se presume que podrá ser comercializado en 3 años. Mientras tanto, noticias como esta alimentan nuestra imaginación sobre las utilidades de la tecnología, al servicio de nuestra salud y calidad de vida.