Cuando en 2001 se abandonó definitivamente el modelo de recluta forzosa derogándose "la mili" el principal problema que se enfrentaron las FAS fueron la falta de personal que se presentaba desde la vida civil para formarse como militar profesional. A 18 años de esa contingencia ese problema parece erradicado, las cifras sobre ello son elocuentes, hasta este verano de 2019 las plazas ofertadas para formar parte de las FAS eran un total de 9.243. Los candidatos que se han presentado para cubrirlas han sido 37.000, lo que da un promedio de cuatro aspirantes por plaza de los que el 15% son mujeres.

Falta de reclutamiento, un problema antiguo

Cuando a partir de 1991 se adoptó el sistema mixto de mezcla de recluta forzosa, mili, con tropa profesional, Voluntarios Especiales eran conocidos entonces, España empezaba a mandar tropas a misiones internacionales.

Estas eran unas misiones de riesgo que desde luego no podían cumplirse con tropas de sustitución, el impacto social que supuso enviar buques de guerra con reclutas al Golfo Pérsico en la Guerra de 1990-91 fue demoledor y eso que el factor de riesgo era mínimo.

Sin embargo, cuando unidades formadas por profesionales como La Legión fueron enviadas a Bosnia en 1992, en un contexto de guerra abierta y peligro evidente, la contestación social fue nula y es más el interés y aprecio de la la sociedad española por sus ejércitos se acrecentó.

Pronto quedó evidente que este modelo de ejército mixto, formado por profesionales y reclutas de reemplazo, era solo una transición a un modelo de ejército profesional evidentemente de mejor calidad que una fuerza formada por reclutas forzosos.

Fue en 2001 cuando al suspenderse la mili y licenciarse los últimos reclutas cuando empezó la verdadera complicación del nuevo sistema al no presentarse candidatos para esas nuevas FAS profesionales.

Carencia de aspirantes

Los primeros años de implantación de unas FAS profesionales fueron un calvario para el reclutamiento, miles de plazas se quedaban sin cubrir, los voluntarios que se presentaban apenas alcanzaban un 70% del total de plazas ofertadas y docenas de plazas en las FAS se quedaban vacías.

En La Armada se llegó a vivir el dilema de "barcos sin marinos" pues las tripulaciones no se cubrían y para realizar una misión un buque reclutaba marineros de otros destinos, teniendo solo operativos a los barcos que estaban en misión y el resto de fuerzas en la reserva.

O en tierra se veían imágenes en que una formación de carros de combate tenía solo unos pocos carros con sus tripulaciones completas estando el resto que máquinas almacenadas ante la falta de personal.

Fue un problema que afectó a los Tres Ejércitos de forma generalizada.

Soluciones de éxito variable

Los remedios que se tomaron para hacer de la militar una oferta laboral atractiva a la juventud fueron varios.

  • Subir las retribuciones salariales de la tropa y garantizar un período largo de permanencia, hasta los 45 años, con una salida retribuida con una pensión, aunque el retiro obligado a esa edad ha generado nuevos problemas aún en debate.
  • Ofertar plazas a extranjeros de países iberoamericanos, muy numerosas en sus fases iniciales, pero muy restringidas en número en la actualidad.
  • Repescar aspirantes rechazados de otras convocatorias para darles una segunda oportunidad de incorporación.
  • Reducir los contingentes de reclutamiento. Muy exagerados en sus inicios y más propios de un ejército de reemplazo que de uno profesional. Como un oficial de reclutamiento relata, "Eran unas metas de reclutamiento altísimas, como si siguiésemos con un ejército de reemplazo y que nos frustraba cada año por no poder lograrlas. Era absurdo pretender tener el mismo número de gente de un ejército de reemplazo con una fuerza profesional".
  • Reorganizar los ejércitos para reducir su tamaño, muy exagerado, y hacerlos más pequeños en número pero más ágiles, potentes y operativos y con menos necesidad de personal.

Y un factor externo que aumentó el número de aspirantes, la crisis económica con el aumento consiguiente de paro, con ello la perspectiva de un puesto de trabajo remunerado y estable en las FAS pasó de ser una opción secundaria a una alternativa de lo más apetecible.

La situación actual dista mucho del pasado

De este modo, desde hace algunos años las FAS se encuentran con la favorable alternativa que sus contingentes de reclutamiento se cumplen, que nuevos reclutas llegan a los centros de instrucción en número suficiente y que con una media de tres a cuatro aspirantes por plaza se puede hacer una buena selección en el proceso de reclutamiento y que en la instrucción de los reclutas se puede pulir a los mejores quedándose en las FAS. Solo quien muestra verdadero interés y se esfuerza por ser soldado, un 30% de aspirantes abandonan en la instrucción, o como expreso el coronel director de la Escuela de Infantería de Marina en una jura de nuevos infantes: "No todos los que entrásteis lo habéis logrado; es normal, la Infantería de Marina solo quiere a los mejores, y vosotros con vuestro esfuerzo habéis demostrado serlo".