Aparte de los placeres estivales el veranear cerca del Mar Menor ofrece el aliciente adicional de observar ocasionalmente desde las playas los vuelos de entrenamiento que los aviones C-101 de la Academia General del Aíre, AGA, realizan por la zona, ya sea en entrenamiento de nuevos pilotos o los ensayos cotidianos de la Patrulla Águila. Muchos curiosos y aficionados a la aviación filman a menudo estos vuelos en sus dispositivos móviles.

Y en la mañana del 26 de agosto a las 9:38 horas frente a La Manga del Mar Menor, todo indicaba que el vuelo de un C-101 que evolucionaba sobre el Mediterráneo sería un buen vídeo a grabar cuando los testigos comprobaron con horror que, cuando el avión completaba un rizo, no remontaba y se acercaba más y más al mar, el sonido deja entrever que el motor del avión falla y que, pese a tratar de enderezarse y remontar, en el último momento el caza se estrella en el mar en medio de una explosión en el agua.

El piloto es el comandante Francisco Marín Núñez, 43 años, instructor de vuelo en el AGA, antiguo piloto de la Patrulla Águila donde ejecutaba el papel de "solo" (el avión que realiza acrobacias en solitario) con 3.300 horas de vuelo, piloto de reactores en las Alas 14 y 23 y veterano de la Guerra de Afganistán donde había ejercido de controlador aéreo avanzado.

La confusión y las reacciones

El estupor se adueñó de los testigos mientras se acumulaban las llamadas al 112 y a la Guardia Civil y se movilizaban todos los elementos de rescate, mientras las informaciones confusas y contradictorias se sucedían: "Si el piloto pudo saltar", "No ha podido saltar", "Se han encontrado restos humanos", "No hay restos humanos localizados", "Todo huele a queroseno".

La típica confusión que sigue a un suceso de estas características, pero que era respondida con un despliegue masivo de efectivos en la zona que incluía personal del EDA y Guardia Civil que movilizaba buques patrulleros y personal de tierra. También, la Policía Local y Salvamento Marítimo que desplegaba dos de sus barcos.

Mientras la corriente empezaba a lanzar a la orilla restos de la aeronave y también restos orgánicos que identificados como humanos han sido recogidos por los forenses, y con evidente emoción miembros del EDA recogían los restos en la orilla y los introducían en bolsas de plástico y cajas para su posterior estudio y análisis.

El accidente es ahora secreto de sumario y está en manos del juez. Proseguirá una investigación muy exhaustiva para determinar las causas reales del siniestro sin caer en especulaciones ni rumores.

Esta investigación se aventura complicada pues los restos del avión se encuentran a quince metros de profundidad partidos en varios trozos con fuselaje, cabina y motores dispersos por el fondo marino y los restos arrastrados por la corriente.

Se espera que sigan apareciendo restos en la costa en los próximos días pues se avecina tormenta por una gota fría, y a estos problemas se suma que el C-101 carece de caja negra lo que complicará aún más la investigación.

El impacto moral

La noticia del siniestro ha caído como una bomba en el AGA como en toda el área del Mar Menor, en concreto, en el Municipio de San Javier, la academia es una institución muy apreciada, pero la Patrulla Águila aún más y la pérdida de un piloto se siente como propia, en declaraciones públicas el mismo alcalde ha confesado estar "conmocionado".

Se da, además, la triste circunstancia de que el fallecido, comandante Marín, había dibujado en 2016 con su avión un corazón en el cielo para pedirle matrimonio a su novia Nerea, en la exhibición que la Patrulla Águila realiza cada 25 de julio, en homenaje a la localidad de Santiago de la Ribera, donde tiene el AGA su sede.

Esta original petición de mano tuvo su eco en la prensa local y el matrimonio de Francisco y Nerea tenía ya un niño de 13 meses de edad. Este triste accidente ha venido a turbar esta romántica historia.

Ocurrida ya la tragedia solo queda investigar las causas de la misma, dictaminar lo que de verdad ha ocurrido y poner los medios para que no vuelva a repetirse.