Hacía días que la actitud de Marta Rovira nos hacía intuir que algo iba a ocurrir. No tomó la palabra en nombre de su partido esta semana y ya no vestía prendas o lazos amarillos en apoyo a los presos de su causa independentista. Parecía que el tener que presentarse ante el juez Llanera le hacía ser precavida en sus actos y maneras. Pero lo que finalmente ha hecho ha sido no presentarse en el juzgado, renunciar a su escaño y huir del país.

Procesada por rebelión

El juez, por su parte, ha procesado por el delito de rebelión a la señora Rovira y 12 de sus compañeros, incluidos el también fugado Carles Puigdemont, la acobardada expresidente del Parlamento Carme Forcadell, los pretendidamente iconográficos Jordis o el exvicepresidente ya preso Oriol Junqueras, con el que, por cierto, se había reunido este miércoles.

Sensiblera despedida

En una lacrimosa y autoindulgente carta publicada por la ya exdiputada, esta justifica su huida por razones tan peregrinas como que: “El exilio me permitirá ser madre”. Clama “Sentir mi libertad de expresión censurada por unos tribunales que intimidan y aplican -descaradamente- criterios políticos”. Hubiera estado bien que la fugada explicase que es lo que se le impide expresar y que alguien le recordase que, aparte de rebelión, en ningún caso por expresarse, también se le imputa un delito de malversación de caudales públicos. Añadía cínicamente que sentía su “libertad limitada por amenazas judiciales arbitrarias”. Arbitrarias no está claro, pero amenazada tras la orden de busca y captura que ha emitido la fiscalía para ella, Puigdemont y otros 5 imputados no cabe duda.

Autojustificando su cobarde acto

En la carta califica su acto de cobardía como “la única forma de alzarme contra el Gobierno del PP” olvidando que en una democracia hay otras formas a parte de la huida y la rebelión, miente descaradamente al decir que este gobierno “persigue a todo aquel que esté a favor de votar”, al tiempo que su posición política defiende que el 70% de la población catalana lo está también, y que “castiga a cualquiera que intenta cambiar lo preestablecido y lo establecido” omitiendor que no es cualquiera, es cualquiera con responsabilidades públicas bajo juramento y que no es cambiar, sino cambiar de manera ilegal y unilateral.

Para lo que la fugada si tiene valor es para hablar de otro gobierno, el nacional, y decir del mismo que “está dispuesto a saltarse la ley, el estado de derecho y las libertades civiles para conseguir sus fines políticos”; cuando irónicamente era eso lo que básicamente hacía el gobierno golpista del que formaba parte y la raíz de todos sus problemas.

Desconcierto en ERC

La fugada no renuncia a la secretaría general heredada de ERC y dice poder ejercer su cargo “ahora sí, con sinceridad y libertad” en “un partido al que quiero”. Otra cosa será como se lo tomen sus desconcertados compañeros. Así, el diputado Joan Tardá reconocía en la puerta del supremo que “no tenía la mas remota idea” y el también diputado Antoni Castellá admitía enterarse del asunto esa misma mañana y que, en el Consejo Nacional anoche celebrado por ERC, la susodicha solo había anunciado su renuncia al acta de diputada pero no sus planes de fuga. Por su parte, el candidato a presidente Jordi Turull no debe estar muy de acuerdo con la decisión tomada por Rovira cuando asegura que “Si un juez nos llama, debemos comparecer”.

El Gobierno lo tiene claro

El Gobierno español, por boca del propio Mariano Rajoy desde Bruselas, parece estar de acuerdo con Turull y cree que la prófuga ha llevado a cabo esta carrera “para huir de sus responsabilidades” y que con esta acción “ha hecho un flaco servicio a las personas que han ido a comparecer ante el juez”.

Puigdemont también

Al contrario, desde Helsinky, el expresidente Carles Puigdemont, el ejemplo que ha seguido Marta Rovira sobre lo que hay que hacer cuando toca dar la cara, ha apoyado, evidentemente, la actitud de la evaporada independentista durante una rueda de prensa donde la calificaba de “buena decisión”.

Ya lo decía el famoso dictador, "del mismo modo que de cien cabezas huecas no se hace un sabio, de cien cobardes no surge nunca una heroica decisión".