Desde que la saga de Harry Potter llegase a su fin en 2011, los fans del niño mago han tenido mil y una oportunidades de vivir un acercamiento al mundo creado por J. K. Rowling. Desde test online que te dicen tu casa de Hogwarts hasta el propio Pottermore en el que la autora nos revelaba datos curiosos de los personajes y de cómo fue creándolos... Todos alguna vez hemos caído presa de la magia.

La ilusión

Como niña de la generación Harry Potter, he buscado toda la información posible de internet acerca de esta exposición, he preguntado y he visto un sinfín de instagram stories para saber qué esperarme al llegar a Ifema.

Era buena, aseguraban algunos. Otros decían que el Sombrero Seleccionador acertaba con tu casa de verdad de la buena, que no había posibilidad de engañarle, y entonces una comienza a crear expectativas de lo que va a encontrarse en el enorme pabellón.

La decepción

Sin embargo, poco dura la alegría en casa del pobre (o eso se dice en dónde vivo), porque lo primero que te encuentras al llegar es un lugar abarrotado y con una luz mínima. Casi es necesario sacar la linterna del móvil para ver por dónde pisas mientras que los encargados de vigilar la Exposición no dejan de recordar que no se puede utilizar flash para hacer fotos. Quizá si pudiese ver dónde va a aterrizar mi pie, no necesitaría tener que apuntar con el flash al suelo.

La primera decepción llega entonces cuando entras y el espacio destinado al sombrero seleccionador consta de un taburete, una persona con túnica y un sombrero envejecido a mano que repite lo siguiente a cada persona que se le acerca: Hola, ¿cómo te llamas? ¿Cuál es tu casa favorita? La respuesta del sombrero os la podéis imaginar.

Durante el paseo por la exposición, puedes echar un vistazo a los trajes que se utilizaron durante las películas y otros elementos de atrezzo y/o decoración, además de maquetas de criaturas como los centauros, o el famoso dragón al que Harry Potter se enfrenta en la cuarta entrega de la saga. Y hablo de vistazos porque es imposible realmente pararse a ver nada con detenimiento...

Se ha masificado tanto, se le ha dado tanto bombo a lo que el pabellón 1 de Ifema esconde que una vez dentro, el grupo que pasó media hora antes se ha ido desmigajando y ocupa todas las vidrieras y expositores. La gente recién llegada, a su vez, se cruza por delante de los que intentan sacar fotos, les empujan o estropean los planos, e incluso desafían a la seguridad de la exposición sacando fotos con flash. Durante mi visita, llegué a preguntarme si estaba en un redil o en una exposición.

Sales decepcionado del lugar (tardando menos de una hora en verlo todo, con cuatro fotos mal hechas y desenfocadas, por supuesto) y pasando por la tienda de manera obligatoria, para toparte con que si quieres llevarte unas fotos tuyas delante de un croma te cuestan 15 euros, túnicas de 75 o dulces de 12.

Por un lado es triste ver que en la tienda casi había más elementos de exposición que en la exhibición misma, y por otro, es desalentador darte cuenta de que todo eso, es una manera de obtener dinero a costa de unos emocionados fans que creen que verán algo nuevo de su mago favorito.

Apenas quedan un par de días antes de que la exposición cierre, pero compadezco a todos los potterheads que entrarán ilusionados y se toparán con la decepción más absoluta, porque eso es lo que realmente se exhibe en el pabellón 1 de Ifema; decepción.