Noticia de hace unos días en todas las redes sociales: "WhatsApp se ha caído".

¿Tanto dependemos de Whatsapp?

Como casi todos es lo primero que veo cuando miro el móvil, la más que famosa y conocida aplicación está totalmente instaurada en el día a día, y prácticamente no nos damos cuenta de ello pero a veces puede llegar a convertirse en una cadena para nuestro dedo pulgar. O simplemente al escuchar el "pitidito" y tener que abrirlo al momento, nos está atando poco a poco al móvil cada vez más fuerte con esos pequeños gestos. Y claro que es útil, nadie dice lo contrario, pero como cualquier vicio hay una delgada línea que separa a la diversión o mera acción, de la obsesión.

Lógicamente tiene ventajas y desventajas, lo malo es que a veces se nos olvidan las desventajas.

El poder hablar con gente que no te hace falta ver o incluso gracias a los audios que ya no hace falta ni escribir; lo hace más atrayente si cabe. Quizás sea eso lo que nos está haciendo cada vez un poquito más vagos, y el querer hacerlo todo más rápido, sin darnos cuenta de las cosas que perdemos haciéndolo, ¿para qué llamar a una persona y tener una conversación, si puedo enviarle un audio y olvidarme hasta que vuelva a coger el móvil?

Hay estadísticas que hablan de la cantidad de veces que miramos a la pantalla del móvil, y de media por persona en WhatsApp "echamos" 23 vistazos de nuestro tiempo, los cuales a mí y a muchas personas que conozco se nos queda corto.

Estos vistazos en alguna ocasión se suelen producir mientras se conduce, lo que puede llegar a afectarnos de verdad. Así que en ciertas momentos ya no estamos hablando de una aplicación más, sino de una de las 3 aplicaciones esenciales que todos los móviles usan, y con ello esenciales también para nosotros.

Reflexión final sobre Whatsapp y la vida

No estoy intentando concienciar a alguien que esté leyendo estas líneas, ni tampoco cambiar la sociedad, ya que no está al alcance de mis manos ni creo que en las de nadie. Pero si podríamos pararnos un momento a pensar, levantar la cabeza y mirar a nuestro alrededor. Porque hay algo que se nos está olvidando.

Esos pequeños detalles que hacen vivir con más ganas la vida.

Estar tomando una cerveza y realmente no estar tomando la cerveza con el que está al lado tuya sino con el móvil, estar caminando por lugares a los que vas siempre, pero realmente nunca los has conocido. Simplemente hablar con alguien cara a cara y estar a gusto, de momento esa sensación no te la puede dar WhatsApp.