En promedio, las mujeres son víctimas de acoso callejero desde los 9 años de edad según los datos recabados en la campaña #Miprimeracoso en el 2016. En Latinoamérica, varios países mediante organizaciones internacionales, como la ONU, o nacionales han impulsado campañas para visibilizar esta problemática que es parte de la cotidianidad de las mujeres de todo el mundo. Y hablando de Latinoamérica, Perú fue el primer país en tipificar el acoso sexual callejero en el año 2016, y cabe mencionarlo ya que fue la primera vez que un Estado lo reconoció (acoso callejero) legítimamente como violencia.
Se debe tener claro que el acoso callejero es todo tipo de prácticas de connotación sexual como: miradas, "halagos", silbidos, gestos obscenos, manoseos, entre otros. Esto genera en la víctima molestia, incomodidad y malestar, ya que todo esto es sin su consentimiento por parte de una persona desconocida.
Los “piropos” callejeros se han naturalizado culturalmente pues existe una violencia simbólica marcada hacia las mujeres y una fuerte dominación masculina. La frase que me marcó mientras realizaba una investigación fue: “¿y entonces le quieres sacar los ojos a todos los hombres o taparles la boca para evitar eso?”.
Esa entre tantas frases como “no es para tanto”, “¡qué exagerada!”, “es solo un halago”, “te vistes así y no quieres que te molesten” han minimizado la relevancia de estas situaciones e inclusive las mismas mujeres llegan a pensar que es su culpa, que es algo que deben aguantar o solamente ignorar pero, en el peor de los casos, un acoso sexual inclusive puede terminar hasta en una violación.
¿Cuáles son las consecuencias?
La consecuencia de todo esto es que las mujeres se sientan inseguras en las calles, al punto de alterar las rutas de su cotidianidad para evitar ser acosadas. Muchas féminas prefieren tapar sus cuerpos para no "provocar" este tipo de situaciones. ¿Por qué es tan difícil entender que una mujer no provoca?
Cientos de mujeres a diario utilizan los transportes públicos con el miedo de ser tocadas en el transcurso de su recorrido. “Siempre es un infierno para toda mujer, no te basta con solo cuidar tus pertenencias, sino te toca estar pendiente que los hombres no te miren tanto o te toquen" asegura Coralía Sáenz, una joven latinoamericana.
Se debe hacer conciencia sobre esta problemática, que aqueja a todas las mujeres, y entender que un “piropo” en la calle no es normal y mucho menos se siente bien. Se debe respetar la integridad de las mujeres. Si se quieren poner faldas o escotes, está bien, no deben pensar alrededor de su seguridad solo por vestirse asi.
Y lo más importante, no se debe callar.