Para los que no sepas quién es Primo de Rivera, fue un dictador español nacido en Jerez de la Frontera en el año 1870 y fallecido en 1930. Ejerció como militar antes de llegar a su puesto como dictador.

En cuanto a su juventud, estuvo destinado en Marruecos, Cuba y Filipinas. Es ahí donde consiguió ascender a general. Se llamaba a sí mismo como cirujano de hierro y fue el que realizó un golpe de Estado que al rey Alfonso XIII le pareció de lujo.

Dejó en stand by la Constitución de 1876 y comenzó una dictadura entre 1923 y 1925. En esos años fue un directorio militar que luego pasó a ser un directorio civil que presidió él mismo entre el 1925 y el 1930.

Primo de Rivera y su amante

Había una mujer llamada La Caoba que tenía como profesión la prostitución. Al parecer, tenía problemas con las drogas, en concreto, con la cocaína. La pillaron y fue el juez Prendes Pando el que quiso, de la manera que fuera posible, procesarla.

Si por algo se conocía a Primo de Rivera era por ser un gran fanático de las casas de juego y también del amor de amante. Es decir, de las casas de prostitutas. Debe ser que tenía una relación estrecha con la amante ya que cuando fue pillada, las amigas de ella fueron en busca del dictador.

Las órdenes de Primo de Rivera

Lo primero que ordenó fue que, por supuesto, la pusiesen en libertad. Primo, pensó que lo tendría fácil pero se equivocó.

El juez encargado de La Caoba se negó a dejarla en libertad. El juez pensando que no pasaría nada (o que era muy honrado) recibió la noticia de ser expedientado además de ser castigado repetidas veces. Pero no solo eso, si no que el presidente del Tribunal Supremo también apoyaba la decisión del juez y por lo tanto, fue cesado de su puesto.

Es decir, Primo de Rivera se tuvo que quedar bien a gusto después de despachar a dos representantes de la justicia "con solo pensarlo".

¿Nadie trató la noticia?

La verdad es que sí. El periódico llamado "Heraldo de Madrid" no quiso jugar las papeletas y decidió camuflar el bombazo. De esa manera, situó la noticia como si hubiese sido en Bulgaria además de que puso como protagonista al primer ministro búlgaro en vez de al dictador.

Visto lo que había pasado con los jueces como para decir la verdad.

Pero sí que hubo algunos que quisieron decir la verdad. Especificando, el presidente del Ateneo de Madrid, Rodrigo Soriano y Miguel de Unamuno. Todos ellos desterrados a Fuerteventura el mismo año.

No sé si quedaría mucha gente en España además de Primo de Rivera.