Charles Darwin, cuya barbuda cara aparece en el billete de 10 libras, se ha convertido en uno de los personajes más importantes de la Historia gracias a su teoría sobre la evolución de las especies. Sus trabajos, plasmados en El origen de las especies, cambiaron por completo la concepción de los seres que nos rodean, inclusive el ser humano.

Sin embargo, algunos de los postulados que defiende Darwin han quedado obsoletos con el paso del tiempo, demostrándose que el eminente científico británico estaba equivocado en algunas cosas.

Por ejemplo, uno de sus errores es plantear que la evolución se produce poco a poco sin que la naturaleza realice saltos.

Dos de los más distinguidos paleontólogos americanos, Stephen Jay Gould y Niles Eldredge, demostraron hace 30 años que esto no era cierto. Gould llegó a decir que las formas de transitoriedad que plantea Darwin son "el secreto comercial de la Paleontología". Gould y Eldredge demostraron con estudios de fósiles y huesos que existían una serie de saltos. Demostraron que existen algunos "eslabones perdidos" como el Thrinaxodon, un mamífero-reptil, o el Panderichthys, una especie de pez-anfibio. Si la teoría darwiniana de la selección natural fuera del todo cierta, los fósiles habrían revelado cientos de miles de estos ejemplos. Las especies se adaptan al entorno, pero sufren muy pocas mutaciones.

Otra gran idea que postuló Darwin fue asegurar que la Naturaleza es siempre implacable: que el fuerte siempre expulsa al débil, que "la compasión y el compromiso son como mariquitas que la Naturaleza lanza contra un muro". Darwin adoptó la idea de que solo sobrevive el más apto del ahora olvidado y desacreditado filósofo Herbert Spencer.

Este inventó un mito para consuelo de una clase egoísta a la que él pertenecía y demostrar el abismo colosal que existiría entre su clase social y el pobre, argumentando que "juntarse con pobres era igual de irresponsable que juntarse con borrachos irlandeses". Según Spencer, solo el impío sobreviviría. Los darwinianos apoyaron esta idea y también la aplicaron también al ser humano.

El planteamiento de este darwinismo social inspiró a Hitler y lo incorporó a su ideología política para intentar demostrar que la raza aria era la más fuerte y así denostar a otros pueblos, sobre todo al judío.

El crítico y columnista del London Evening Standard, A.N. Wilson, añade que las teorías de Darwin solo se asentaron a mediados del siglo XX, cuando aparecieron grandes avances en genética que aceptaron los descubrimientos de Mendel. Va más allá indicando que Darwin solo se vio refutado en este siglo por neodarwinistas que destacaban por su gran defensa del ateísmo. Este polémico escritor incluso ha pedido que se quite la estatua del influyente naturalista que preside el Museo de Historia Natural de Londres y se vuelva a poner la que existía antes, la de Richard Owen...