La segunda edición del Mad Cool Festival, celebrado en la Caja Mágica de Madrid, traía algunas novedades para este 2017. En primer lugar, el cambio de fechas respecto a su primera edición, haciendo coincidir en esta segunda edición con otros festivales de la talla de BBK Live de Bilbao y/o el Festival Cruïlla de Barcelona. Otra de sus novedades se conocería a posteriori de su celebración, y sería el hecho de cruzar una línea que separa lo humano de lo inhumano.

Esta segunda edición posiblemente será recordada por conciertos ,como el apoteósico de Foo Fighters bajo la lluvia torrencial; el de Alt-J en la segunda jornada del festival; o el intimísimo de Kings Of Leon.

Sin embargo, y a pesar de todo, también será recordado por cómo uno de sus trabajadores, el acróbata Pedro Aunión, se dejaba la vida en una de sus actuaciones tras precipitarse desde 30 metros de altura, aproximadamente.

Todo sucedía en la segunda jornada del festival, alrededor de las 23:00h, cuando había finalizado Alt-J y el siguiente concierto tendría lugar de la mano del cabeza de cartel para ese segundo día, Green Day. Un hecho que marcaría un antes y un después en el festival. Parte del público pensó en un primer momento que sería parte del show, pero al verse un cordón policial y la ambulancia dentro del recinto, las caras de los asistentes cambiaban el gesto. ¿Qué pudo fallar? ¿Qué hizo que Pedro tuviera tan mala suerte?

A día de hoy se plantea la hipótesis que pudo ser debido a fallos en la seguridad de los trabajadores que esta edición estaban prestando sus servicios al festival. El fallo entre escoger una cuerda larga y otra más corta está comentándose con más hincapié en las redes sociales. Sin embargo, habrá que esperar a la hipótesis de lo que determine la policía judicial.

Como decía anteriormente, el fallecimiento de Pedro marcaba un antes y un después en el festival. Bien pudo marcar un final de esta edición, pero no fue así. La organización del festival decidió continuar con el show esa noche, y al día siguiente también. Ajenos a todos los comentarios negativos que en las redes sociales iban cogiendo fuerza.

Ajenos a toda la polémica que iba a formarse por esa decisión, ¿fue la más acertada?

Ya no hablamos de "lo correcto" o "lo incorrecto", hablamos de dónde está el límite para que el espectáculo continúe cuando una persona ha perdido la vida dentro del recinto del festival y bajo su total responsabilidad como empresa que contrata al artista. ¿Se pierde el respeto al artista fallecido por continuar con el festival? ¿Cuánto es la pérdida económica de decidir no continuar con un festival de esta magnitud? ¿Dónde está el límite entre lo económico y lo moral? Preguntas que quedan en el limbo tras la decisión tomada.