Pocas son ya las horas que faltan para la gran llegada de los Reyes Magos y, con ellos, los tan esperados regalos que a lo largo del año las mentes han construido con la misma ilusión que la del primer copo de nieve rozando una mejilla sonrojada.

Aunque no se lo parezca, y si leen atentamente las miradas de esos pequeños vividores (también conocidos como sus hijos), podrán comprobar que ese halo de luz que ilumina sus rostros nada tiene que ver con la euforia de haber recibido los juguetes pedidos sino que, esta demostración de alegría y ardor desenfrenada está, señoras y señores, relacionada directamente con ustedes, con su compañía y su total atención hacia la diversión y el disfrute de sus pequeños.

Con el paso de los años y la evolución de la sociedad, los cánones familiares se han visto modificados hacia otras vertientes más cercanas a las necesidades de las nuevas familias. Estas nuevas adaptaciones han provocado estadísticas como estas: “según el estudio realizado por el Observatorio de Juego Infantil, los niños solo pasan un 10% del tiempo diario con sus padres”. Con estos datos, la cuestión que nos aborda está en preguntarnos por qué.

Cada vez más y en un país cuyos altibajos políticos han provocado una inestabilidad económica y social bastante aguda, nos encontramos con que la prioridad de toda persona es la de posicionarse en una estabilidad laboral que les permita, al menos, llegar a fin de mes.

De esta manera, los horarios laborables de la mayoría de los padres no son compatibles con los de sus hijos lo que provoca que, muchos de ellos, tengan una larga lista de actividades extraescolares que no solo no les permite relacionarse con sus padres sino que convierten su tiempo de juego en mínimo o nulo.

Según la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), cada vez más, los niños piden excursiones y juegos al aire libre donde puedan participar todos los miembros de la familia pues; como es obvio, lo que buscan es la atención de sus padres.

Para promover una mayor relación entre padres e hijos, psicólogos y asociaciones promueven “fórmulas” con las que incrementar un mayor tiempo de disfute del ocio y, así, que los niños sean niños que jueguen e inventen y no pequeños robots programados.

Así que, ya saben, disfruten de la inocencia que este día les ofrece, déjense empapar de la imaginación de sus mentes y no olviden que hace no tantos años, ustedes, estaban a punto de experimentar las mismas emociones e ilusiones que ellos.