La iglesia católica siempre se ha visto sumida en rumores y teorías conspiracionistas que le han brindado nuevas perspectivas a sus seguidores más fieles. Desde hace tiempo, sabemos que la reputación de los católicos y sobre todo de sus sacerdotes, no ha dejado una huella muy satisfactoria en el inconsciente colectivo, sus orígenes están plagados de guerras, sufrimiento, desaliento y derramamiento de sangre, sin embargo, no es en general la esencia de esta religión, la cual ofrece el mensaje de que cualquiera que esté dispuesto a aceptar a Jesucristo como su salvador, podrá entrar a su reino.

Obviamente, siendo una de las religiones más populares del mundo, la Iglesia Católica constantemente permanece bajo ojos que no desean más que escudriñar cada paso que da. A raíz de su macabra historia, pareciera que la población sólo está esperando la justificación adecuada para declararle la guerra y alejarse por completo de su doctrina. Pederastia, opulencia, dominio económico y político entre sus máximas autoridades, son algunas de las cosas que más cuestiona la fe de los católicos y al parecer, el Vaticano continúa acumulando razones para alejar a sus seguidores.

Llama la atención el hecho de que sus templos siempre estén plagados de esculturas que, para ser sinceros, a veces son más escalofriantes que muchos museos del horror; la psicología tras ellas quizá implique una necesaria sumisión de los creyentes bajo figuras atormentadas, creando un vínculo de empatía a base de culpa o arrepentimiento, pero en cierta escultura escondida dentro del mismísimo Vaticano puede que se oculte algo mucho más siniestro.

La escultura en cuestión es denominada “Resurezzione” y fue construida por el escultor italiano Pericle Fazzini. Al observarla inmediatamente, nadie puede negar que ocasiona cierto sentimiento de alerta ante algo opulento, extraño y quizá hasta chocante. La construcción de esta estatua fue orquestada en el año de 1971, durante el papado de Pablo VI.

Su construcción está compuesta de raíces y algunas ramas secas, la figura central de Cristo fue hecha de bronce; el semblante de éste demuestra sufrimiento mientras que a su alrededor parecieran desplegarse rostros agonizantes y calaveras.

El autor de tan peculiar obra describe que “simboliza a Cristo emergiendo de un cráter producido por una bomba nuclear; una explosión atroz, un vórtice de violencia y energía".

Gracias a tales declaraciones las teorías sobre conspiraciones y satanismo se desataron por doquier. En todos lados se ha comentado que dicha escultura representa un lado oscuro de la iglesia, el cual dicta que realmente pacta con el “señor de las tinieblas”, dado que es tal el mensaje que ofrece y tan ominosa es la imagen que la gente no puede evitar sospechar.

Está claro que el lado oscuro de la iglesia existe, sin embargo podríamos recargarnos a evidencias más objetivas como lo son aquellas de sacerdotes que abusan de niños y el lavado de dinero del que tanto se ha hablado, no obstante es claro que la paranoia que ha desatado esta figura religiosa casi omnipotente en la sociedad, no nos deja más que un legado de suposiciones y sospechas que incrementan el temor hacia este tipo de creencias.

¿Cuál era el fin de este escultor al crear una obra de este tipo? Quizá nos estaba dando su perspectiva como creyente de lo que representaba la iglesia en el pasado, que gracias a Jesucristo esto pudo cambiar. Pero, si nos dejamos llevar por la duda y la paranoia podríamos pensar que es su forma de decirnos “esto es la iglesia, esto es aterrador y macabro”.