Coldplay, la banda de Chris Martin, lleva desde 1996 en el panorama musical y mucho ha cambiado en estos 22 años. Los rockeros del mundo alternativo descubrieron a la formación con temas como "Yellow", "In my place", "Clocks", "Fix you", "Speed of sound", o la formidable "The scientist". La gente que haya descubierto a estos británicos no hace tantos años tendrá más en mente "Viva la Vida", "Every teardrop is a waterfall", "Paradise", "Princess of China", "Magic", o la tan discotequera "A sky full of stars". Y creedme que entre estos primeros temas y estos últimos hay un salto cualitativo muy grande, un salto que se produce a partir del cuarto album ("Viva la Vida or Death and all his friends", 2008-2010), el album con el que Coldplay despega en el panorama musical.
Chris Martin y sus chicos siguen componiendo ellos mismos todas sus canciones durante su trayectoria, pero a partir de 2008-2010 ya no las escriben con la misma intencionalidad. Las letras se vuelven más vacías, los ritmos sugieren melodías pop más que del rock alternativo. Coldplay triunfa a gran escala y defrauda a pequeña: sus seguidores de toda la vida se encuentran ante algo que está bien, pero que no es su Coldplay de "Yellow". <<Es la banda más lamentable que he escuchado en toda mi jodida vida>>, dice tajantemente Chcuk Klosterman, el escritor musical americano; <<Es el grupo más insufrible de la década>>, añade Jon Pareles en The New York Times. Y mientras tanto, a la vez, el grupo tiene el "honor" de actuar en la Superbowl de este año, su disco A head full of dreams está en el top 3 de la lista de USA y es el más vendido del Reino Unido (por encima del de Adele), por cuarta vez hace de cabeza de cartel del afamado festival Glastonbury (batiendo record), y alcanza más de 70 millones de discos vendidos siendo frecuentemente pinchado en la radio y las discotecas.
Un servidor aquí escribiente ha sido uno de esos fans de Chris Martin "viejos", y he odiado a Coldplay por lo comercial que se ha tornado a la vez que seguía escuchando a regañadientes sus nuevos éxitos con interés -y moviendo la cadera, para qué negarlo. Además, añado que esto que narro con Coldplay también se lo puedo aplicar a otros grupos del género no tan conocidos internacionalmente pero que también han sufrido sus picos de gloria popular/decadencia particular como The Killers o Green Day -lo sé, lo sé, este último es punk en vez de rock, pero es un ejemplo que me parece interesante.
Entonces, como importantes críticos ponen por los suelos a Coldplay, podemos decir que popularmente mucha gente "odia" o "critica" a Coldplay por seguir la corriente; aunque luego se genere la paradoja de que tenga tanto éxito a nivel comercial. Esto no es tan raro como puede parecer: en España el político mejor valorado por la opinión pública (Garzón) es de los menos votados.
Pero al margen de lo que digan las grandes figuras expertas, ¿sabéis que es lo que a mí me mata por dentro? Lo que de verdad odio de Coldplay es haber perdido un grupo que era mío y de unas "pocas" personas más. Antes dos personas descubrían que ambos escuchaban a Coldplay y era un momento mágico, porque este era un grupo íntimo: tanto por sus canciones como por su público. Y eso ya lo hemos perdido los "viejos" amigos de Chris Martin.