Buscando el eterno elixir de juventud, nos topamos con el valle Hunza, un pueblo entre las montañas del Norte de Pakistán, donde se cruzan los límites de China, India, Kashmir y Afganistán. Es una población de no más de 30 mil habitantes y han sigo objeto de numerosos estudios por ser algo tan envidiable como el ser personas increíblemente sanas, muy felices, joviales y longevos. Se dice de esta tribu de piel y ojos claros, que Alejandro Magno y su ejército se refugiaron en el país Hunza cuando invadieron India, se casaron con las mujeres que allí habitaban y crearon esta nueva raza que nada tiene que ver con los pueblos vecinos.
Hay varias teorías con respecto al motivo por el que las personas que habitan en Hunza tienen tanta calidad de vida. Entre sus costumbres está el ayuno, lo cual practican regularmente, se bañan en aguas completamente heladas donde la temperatura está como mucho a -15º Celsius. Practican deporte con una agilidad asombrosa incluso con más de cien años. Escalan montañas y recorren decenas de kilómetros diariamente para trabajar. Apenas comen proteínas y su alimentación principal se basa en verano en verduras y frutas crudas y en invierno en albaricoques secos, queso de oveja, semillas y granos germinados.
El doctor inglés Sir Robert McCarrisson fue el primero en hacer un estudio sobre el misterio del pueblo Hunza.
Vivió con ellos diez años y descubrió que allí no existían las enfermedades más comunes en el mundo occidental (cáncer, apendicitis, úlceras, etc.) El motivo no podían ser los factores climáticos porque los pueblos vecinos sí que sufrían enfermedades, tampoco podía ser por los genes, ya que los habitantes de Hunza que emigraban a otros sitios acababan teniendo las enfermedades de los occidentales.
Después de tener en cuenta todos los factores posibles, el doctor concluyó que el factor clave de la vitalidad y la longevidad de estos habitantes se debe a la alimentación.
Cultivan sus tierras con abonos totalmente orgánicos y el ejercicio físico es intenso tanto en niños como en adultos, incluidos los ancianos, ya que debido a que las tierras que trabajan están en los montes escarpados, necesitan subir grandes cuestas y hacer largas caminatas diariamente.
Beben el agua acumulada en las montañas totalmente pura y vino de frutas totalmente natural. Sólo comen carne cuando cazan algo, que no es lo habitual.
No es algo raro entre los Hunzas que un hombre engendre con más de noventa años o que una sexagenaria dé a luz. Las mujeres de setenta años no tienen nada que envidiar a las de cuarenta años europeas en aspecto físico y no hay problemas de obesidad.
Este pueblo vive sin estrés, sin preocupaciones, tranquilos y felices, esto acompañado a su alimentación vegetariana pueden ser los motivos principales de su buen estado de salud y su longevidad. Quizás el tan buscado elixir de la eterna juventud no esté encerrado en un frasco de cristal, quizás esté en la sabiduría y esfuerzo de los habitantes de Hunza. Si quieres unos consejos más de alimentación te invitamos a que leas Primer propósito para enero... empezar la dieta.