El reciente estreno de películas francesas, "¿Y si vivimos todos juntos?", que nos traía de nuevo a la actriz americana Jane Fonda, y "Ellas", visión de la prostitución ejercida por estudiantes que protagoniza Juliette Binoche, nos muestra que el Cine del país vecino, al contrario que el cine que nos llega de Hollywood, sabe mirar las cuestiones morales de una manera diferente, sin prejuicios moralistas e incluso con matices que escandalizarían al mismísmo Nacho Vidal.

Aquí se trata de mostrar unos cuantos ejemplos de esa diferencia de visión.

No es que Francia sea un país tipo Sodoma y Gomorra, lo que pasa es que sabe ver la vida sin esa obsesión por el pecado que hay en la América profunda o no hace hasta mucho tiempo en nuestro país.

El cine americano se fija muchas veces en Francia como contrapunto a su propia sociedad, claro que dándole a la vena romántica, al Paris colorista con música de acordeón de fondo, y en donde se encontraba el amor en un sitio más elegante y en donde las mujeres americanas sentían lo que no sentían, por ejemplo, con su novio en una granja del pollo frito de Kentucky.

Y sin contar los innumerables tópicos sobre Francia y Paris de las películas de Walt Disney, cuya filmografía está repleta de ellos.

La Nouvelle Vague, desde su aparición, liberó al cine francés de sus prejuicios o del tono pacato, y varias de sus películas primerizas se convirtieron en muestra de ello. Un ejemplo fue "Al final de la escapada" de Jean-Luc Godard, donde homenajeaba a su manera al cine negro americano, con la apasionada y tràgica historia de amor entre un delincuente francès y una estudiante americana en Francia.

O a Emmanuel Riva enamorándose de un japonés casado en "Hiroshima, mon amour", otra revolución en el mundo del cine, mostrando a dos amantes en su intimidad. Aunque Louis Malle ya mostró antes a Jeanne Moreau en "Los amantes" de manera similar, fue Resnais quien convirtió este tipo de historias en algo ya mítico.

Y François Truffaut, uno de los más grandes cineastas de la Historia, rizó el rizo mostrando un "ménage-à-trois" en "Jules et Jim", inspirado en personajes reales.

El trío formado por el austríaco Jules, la francesa Catherine y el francés Jim mostró que dos hombres enamorados de la misma mujer podían convivir civilizadamente y sin el menor asomo de celos.

¿Se acuerdan de George Bailey y su odisea por las calles nevadas de Bedford Falls en plena Navidad, siendo socorrido por un peculiar ángel sin alas y con aquella emotiva escena final con el protagonista gritando como loco "Felices Pascuas" por las calles y a todo quien se cruzara con él?

Pues toda esta antología de valores morales, que hace que esta película sea sistemáticamente proyectada en todas las televisiones del mundo en Navidad, tuvo su réplica en una película francesa del año 1999, "La bûche, Cena de Navidad", con Emmanuelle Beart y Charlotte Gainsbourg, sobre tres hermanas que afrontaban de manera diferente la Navidad, para ellas totalmente ausente de todo aquello que la película de Capra exaltaba hasta el delirio.

"La bûche, Cena de Navidad" nos muestran relaciones amorosas fracasadas, engaños sistemáticos, incluso hijos desconocidos de parientes que creíamos "decentes". Con un sentido del humor agridulce, desmonta uno a uno los tópicos navideños desde el primer fotograma, con la música de "Jingle Bells" en los títulos de crédito y pasando inmediatamente a algo tan poco navideño como un funeral, con escena de humor negro incluida.

Claro que hay productores que cuando deciden hacer un remake de una película de otro país, a saber qué criterio siguen para la versión. ¿Se acuerdan de "Chloë", película del canadiense Atom Egoyan?

Pues era un remake de la película francesa "Nathalie X", con Emmanuelle Beart, Gerard Depardieu y Fanny Ardant.

"Nathalie X" era una historia de amor y celos, que parte de que una mujer casada, que sospecha que su marido la engaña, contrata a una prostituta de lujo para así comprobar, aunque fuera de manera tan radical, si eso ocurría.

"Chloë" traslada la acción al Canadá, y la protagonizan Julianne Moore, Liam Neeson y Amanda Segfried. Pues bien, mientras en la versión francesa no se juzga a los personajes, en la americana se convierte la historia en una delirante película con tono ultraconservador, haciendo que las dos mujeres se enamoren la una de la otra (eso no pasaba en "Nathalie X") y llevando todo a un trágico final, también inexistente en el original.

Otro aspecto más lúdico que el cine galo nos ofrecía de algo que Ana Botella echaría fuego por la boca de pura indignación fue "La clienta", en donde la actriz y cineasta Josiane Balasko tocaba un tema casi tabú: la prostitución masculina.

Balasko rompe con todos los tópicos de historias como estas prescindiendo totalmente de lo morboso, de lo sórdido y por supuesto de la moralina, dándole a todo un acertado tono de comèdia social. Se apoya en un excelente reparto, encabezado por Nathalie Baye, magnífica como una presentadora de Teletienda divorciada que acude a la prostitución masculina. El prostituto, interpretado por Éric Caravaca, resulta ser un modesto trabajador que vive en el extrarradio de Paris (las famosas "banlieues") que hace chapuzas mal pagadas y vende su cuerpo para ayudar a su mujer a mantener su negocio de peluquería.

En el cine americano, en cambio, la prostitución sólo es vista en sentido negativo, però más por puro morbo sensacionalista que por denuncia social, como hemos visto en películes de Steven Seagal o Charles Bronson.

Hace poco, el notable actor italoamericano John Turturro trató de manera original el tema que ya hemos escuchado antes en "Aprendiz de gigoló", donde contó con la valiosa colaboración de Woody Allen como actor, componiendo una divertida historia con casadas aburridas, judíos ortodoxos salidos de una película de Fellini y toque social.

Para acabar, dos películas francesas con un curioso tema sin moralina: una en donde varios viejos amigos (en lo literal) deciden vivir juntos, más para hacerse compañía que otra cosa, aunque todos ellos tengan valores morales peculiares y algún gusto surrealista. Significó el retorno al cine de la actriz americana Jane Fonda después de su largo retiro.

Y sobre todo "Ellas", una película sobre la prostitución femenina, visto desde la óptica femenina y que huye siempre de la moralina, sobre dos estudiantes que se prostiuyen para pagar sus estudios, ejerciéndola de manera independiente.

Ambas cuentan sus experiencias a una periodista con una vida privada aburrida, una creïble Juliette Binoche, que busca en el tema una denuncia de la degradación de la mujer. El tono semidocumental del filme hace creíble todo, y no hay ni morbo ni nada. Las escenas de cama son mostradas sin erotismo alguno.