25 heridos y 5 fallecidos fue el saldo que dejó Anderson Lee Aldrich, de 22 años, quien decidió entrar a un club gay en Colorado, Estados Unidos, el sábado 19 de noviembre alrededor de las 11:30 de la noche para efectuar un presunto crimen de odio. Afortunadamente, un cliente logró entrar en acción, arrebatándole la pistola, golpeándolo con ella e inmovilizándolo, junto a otras personas, hasta que llegó la policía.
“Si ese individuo no hubiese intervenido, esto podría haber sido muchísimo más trágico”, mencionó el alcalde de Colorado Springs, John Suthers, refiriéndose a la situación.
Por su parte, Joshua Thurman, de 34 años, es un cliente que aseguró estar en el club gay bailando cuando comenzaron los disparos.
Al principio pensó que era parte de la música, pero luego vio el destello del arma, por lo que corrió hasta un camerino donde se encontraba otra persona escondida y cerraron la puerta con llave. “Sólo estábamos disfrutando. No estábamos haciendo daño a nadie. Estábamos en nuestro espacio, en nuestra comunidad, en nuestra casa, disfrutando como hace todo el mundo”, dijo mientras las lágrimas corrían por su cara.
La llegada de las autoridades tras el tiroteo
La policía recibió la llamada para acudir al club gay a las 11:57 de la noche, por lo que el primer agente llegó a medianoche, encontrándose con una escena roja donde yacían 5 fallecidos y 25 heridos, de los que 7 estaban en estado crítico.
Los agentes revelaron que el criminal utilizó un arma semiautomática, una AR-15, para perpetuar el ataque. Sin embargo, también encontraron otra pistola y cargadores de munición, por lo que aún están analizando el motivo del atentado y estudian si deben procesarlo como un crimen de odio, además de asesinato en primer grado.
Sin embargo, la comunidad LGTBI y otros grupos de personas se preguntan por qué las autoridades no trataron de quitarle la licencia de armas a Aldrich en 2021, cuando fue arrestado después de que su propia madre lo denunciara por haberla amenazado con una bomba casera.
Ante esto, la policía explicó que para aquel entonces no se encontraron explosivos en su casa, por lo que carecían de pruebas para detenerlo. En este caso, para añadir la agravante de delito de odio los fiscales tendrán que demostrar que el ataque estaba motivado por la orientación o la identidad de las víctimas.
Sin embargo, el sospechoso no ha cooperado en los interrogatorios policiales.
A este tiroteo se suman otra gran cantidad de crímenes de odio y violencia de género, tanto en Estados Unidos, como en este lado del mundo. De hecho, este lamentable suceso reavivó los recuerdos de la masacre del 2016 en el club gay Pulse, en Orlando, Florida.