El secretario de Estado de EE. UU., Anthony Blinken, han confirmado que la Casa Blanca ha dado ‘luz verde’ para que los países de la OTAN envíen aviones de combate a Ucrania para frenar el avance de Putin.
Viejos cazas Mig de fabricación soviética
Los medios estadounidenses informan que se esperaría que Polonia ceda a Ucrania los viejos cazas Mig, cuyo funcionamiento conocen los pilotos ucranianos, ya que cuentan con algunos de ellos en su ejército. De esta forma Polonia entregaría material de combate letal a Ucrania, pero no soldados, por lo menos de momento.
Esto sería parte de un trueque con Estados Unidos, que a su vez entregaría a Polonia modernos cazas F-16. Pero de momento la Cancillería del primer ministro de Polonia niega los hechos.
Ucrania antes de la invasión contaba con 37 cazas Mig-29 y 44 Su-24 y Su-27, el mismo tipo de aviones con los que cuenta Polonia, por lo que podrían pilotarlos y eso no supondría que los países de la OTAN entrasen en guerra con Rusia, pero Vladímir Putin ya ha amenazado a los países que envíen aviones a Ucrania, por lo que la situación no hace más que empeorar.
Blinken también ha asegurado que los aliados y socios de la OTAN están estudiando incrementar medidas que aumenten la presión sobre Rusia con sanciones adicionales a las que ya se han puesto en marcha y que van a tener lugar casi de inmediato.
De momento tanto Estados Unidos como la OTAN descartan una zona de exclusión aérea, lo que supondría la entrada inmediata en la guerra, ya que no tienen pensado enviar tropas a Ucrania.
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski, sigue resistiendo en Kiev y este fin de semana pidió telemáticamente al Congreso de EE. UU. ese envío de antiguos cazabombarderos soviéticos de Rumanía y Polonia y que otros países de la OTAN les proporcionasen a cambio cazas más modernos.
Putin no respeta ni los corredores humanitarios
Decidido a derrotar tanto al gobierno ucraniano como al pueblo, Vladímir Putin ha mentido al decir que hacía un alto el fuego para que la población civil pudiese abandonar las ciudades bombardeadas y la ayuda humanitaria imprescindible pudiese llegar a Ucrania.
La población ha sido atacada sin piedad en esos corredores y el gobierno ruso en su escalada de desinformación y mentiras, acusa al ucraniano de esos ataques.
Los rusos pretenden controlarlo todo, tal y como hicieron en la guerra de Siria, cuando solo permitían la salida en sus propios autobuses una vez se disponían a destruir la ciudad.
Guerra Ucrania - Rusia
Rusia ataca zonas residenciales con MLRS
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— 2radl0 ™ (@2radl01) March 7, 2022
Mariupol, la ciudad costera de 450.000 habitantes está sometida a un total bloqueo, sin electricidad, comida, agua y gas, por lo que los vecinos han comenzado a llevarse la nieve a sus casas para poder tener agua para beber, con el peligro de enfermedades que eso supone. No hay calefacción con temperaturas gélidas de día y de noche y los habitantes no tienen más remedio que racionar la poca comida de que disponen.
📡 #ENDirecte | La ciutat de Mariúpol continua sota setge de les forces russes https://t.co/lwpZvp4Cd4 pic.twitter.com/vTqwiI2jil
— ElNacional.cat (@elnacionalcat) March 3, 2022
Se busca infundir terror a la población
Tal y como Rusia hizo en los conflictos con Chechenia y Siria, Putin organiza un desgaste a las ciudades cercadas con el fin de infundir un terror que desestabilice a la población ya que se están encontrando con una fuerte resistencia, tanto por parte del ejército como por la población civil.
Los ucranianos han organizado una auténtica guerra de guerrillas llena de emboscadas y que está causando muchas bajas tanto en los soldados rusos como en su armamento. Los ucranianos cuentan con misiles Stinger y cazacarros Javelin, que están ocasionando verdaderos destrozos en helicópteros y tanques rusos, que son destruidos con una efectividad del 93%.
Putin no contaba con la resistencia feroz tanto del ejército como de los mismos ucranianos, dispuestos a todo para defender la independencia de su país. No obstante, las predicciones de los analistas son desesperanzadoras, ya que prevén que la guerra pueda alargarse por un período de 10 a 20 años, con pérdidas humanas y medio ambientales incontables, pero con la derrota final de Rusia.