Una vez más ha sido una prueba de ADN la determinante para cercar al asesino en serie que ha traído en jaque a la policía francesa durante 35 años.

Un asesino en serie que aparentemente dejó de matar

Los asesinatos y abusos sucedieron en los años 80 y 90 del siglo pasado y fueron cometidos por un hombre de identidad desconocida hasta ahora. Su primer asesinato en 1986 fue el de una pequeña de 11 años de quien abusó para luego estrangularla y apuñalarla en París, dejándola cubierta por una alfombra vieja. Los padres de la niña han fallecido sin saber quien mató a su hija.

Siguió el asesinato de una pareja: Gilles Politi y Irmgard Mueller en abril de 1987 también en París. El asesino tuvo un parón en su carrera de muerte, pero volvió a matar en 1994, la víctima una Mujer de 19 años en la localidad de Meaux. También se le buscaba por haber abusado de seis mujeres más.

Fue un hermano de la primera víctima quien dijo haber visto un hombre con la cara llena de cicatrices en el edificio de apartamentos donde residían y gracias a su testimonio se pudo confeccionar un retrato robot ampliamente difundido durante décadas.

El retrato robot estimaba que el hombre tenía entre 25 y 30 años, medía sobre 1,85m y tenía el pelo castaño. Su cara estaba picada por un acné maligno.

El hombre podía ser un gendarme ya que para atraer a sus víctimas exhibía un carnet policial y portaba un arma, un walkie talkie y esposas. En ese momento se contó además con una muestra de ADN encontrada en una de las víctimas, muestra que ha sido celosamente guardada durante estos 35 años.

¿Quién era el misterioso asesino en serie?

François Vérove, conocido con el sobrenombre de ‘Le Grêlé’ (El picado) por tener en su cara numerosas marcas de acné, era un exgendarme y policía retirado de 59 años. Concejal municipal en una comuna de sur de Francia, siendo el representante de la derecha republicana.

Tras la búsqueda infructuosa del asesino en serie que al parecer no había vuelto a matar desde 1994, Nathalie Turquey, vicepresidenta del Tribunal de París, relanzó la búsqueda.

Entonces ya se tenía la seguridad de que se trataba de un hombre que había sido gendarme. La lista de posibles sospechosos que se correspondían con el perfil del asesino era de 750 y François Vérove era uno de ellos.

Los interrogatorios se han ido sucediendo a lo largo de estos últimos siete años y el cerco se iba estrechando entorno a este padre de familia con dos hijos que llevaba una vida activa y normal en su comunidad.

Al verse descubierto, el asesino se suicida y deja una carta

François Vérove viéndose descubierto, optó por suicidarse el 29 de septiembre, unos días antes de la fecha en que estaba convocado para declarar ante la policía judicial de Montpellier, ciudad cercana a su lugar de residencia.

Antes de quitarse la vida ingiriendo medicamentos, escribió una carta confesando sus crímenes: ‘reconozco ser un gran criminal que ha cometidos hechos imperdonables hasta el final de la década de 1990’. François Vérove no ha nombrado a ninguna de sus víctimas, ni ha dado ninguna explicación. Solamente ha hablado de tener ‘pulsiones incontrolables’ ligadas a lo vivido en su infancia: ‘no estaba bien conmigo mismo en el momento de los asesinatos’.

Habla en la carta de que el encuentro con su mujer hizo que cambiara y nunca más volvió a matar ni a abusar de mujeres después de 1997

Su cadáver fue encontrado en su domicilio del pueblo de Grau-du-Roi cerca de Montpellier y junto a él la nota de confesión de sus crímenes. El ADN ha confirmado sin lugar a dudas que el exgendarme era el asesino en serie buscado. Una búsqueda que ha durado 35 años. El abogado de las familias afectadas ha declarado que nunca se sabrá en realidad cuantos crímenes cometió.