Una vez más, ya he perdido la cuenta, los islamistas han vuelto a sembrar el terror en nuestro continente justo cuando se cumple un año del atentado de Bruselas. Todavía no hay confirmación oficial de que el autor del atentado fuera un yihadista, pero no hace falta ser Sócrates para contestar a cada una de las preguntas y dar con la respuesta. En esta ocasión ha sido en Londres, en el puente de Westminster, el cual suele estar siempre repleto de ciudadanos londinenses y de turistas. Sin ir más lejos, servidor cruzaba por ahí todos los días para volver a casa del trabajo.

Hace 10 años, precisamente en Londres, un compañero de trabajo holandés me hablaba de Wilders. No había escuchado su nombre en mi vida, pero ya por aquel entonces defendía que el islam acabaría con Europa. Si bien es cierto que no comparto sus ideas, es evidente que tras 10 años tenía razón. Benjamin Netanyahu alertó que viviríamos lo mismo que ellos viven en Israel. Le tacharon de loco, criminal, nazi, asesino, etc. Y es que no hace mucho, los europeos disfrutábamos de una seguridad que perdimos hace un lustro. Cabe preguntarse tras los acontecimientos, si el problema es el islam, nuestros gobernantes o ambas cosas.

Nuestros gobernantes, han colaborado a crear este cáncer que ya se ha convertido en metástasis.

Han creado un campo de batalla en nuestro continente gracias a sus nefastas políticas migratorias. Han permitido que se construyan mezquitas wahabíes en nuestro territorio para que fomenten el odio a Occidente. En muchos casos, han subvencionado la construcción de dichas mezquitas con nuestro dinero. Han permitido que se creen guetos en las principales ciudades europeas en los cuales impera la Ley islámica.

Han permitido la entrada de millones de personas de manera descontrolada porque convenía tener mano de obra barata. Han otorgado la nacionalidad sin ningún tipo de trabas y permisos de residencia a discreción.

Sin embargo, a pesar de las políticas aplicadas por nuestros necios gobernantes, el islamismo ha demostrado ser un problema en todos los países en los que representa un alto porcentaje.

Debemos aceptar que el islamismo está demasiado alejado de nuestras creencias y debemos también aceptar, que sus postulados chocan frontalmente con la libertad que disfrutamos. A todo ello hay que sumarle El Corán. No sé si usted ha leído el texto sagrado de los musulmanes, pero si lo lee, encontrará suras como estas: ‘’Matadles donde deis con ellos, y expulsadles de donde os hayan expulsado. No combatáis contra ellos junto a la Mezquita Sagrada, a no ser que os ataquen allí. Así que, si combaten contra vosotros, matadles: esa es la retribución de los infieles’’. ‘’Combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar y se rinda culto a Dios. Si cesan, no haya más hostilidades que contra los impíos’’.

Sura 2/Al-Báqarah/Medinesa de 286 aleyas.

¿Cómo puede alguien por muy moderado que pretenda ser, convivir y adaptarse a nuestra sociedad, si según sus ideales, todo aquel que lo rodea es un infiel que merece morir? En ningún país, jamás, nunca, los terroristas han conseguido triunfar sin el apoyo social de los ciudadanos. Por ello, urge una reforma total de la ley migratoria, quitar la nacionalidad a todos aquellos que estén relacionados con el Yihadismo y expulsarlos. Establecer controles más estrictos, eliminar y si es necesario derribar, las mezquitas que promulgan el terrorismo y, sobre todo, extirpar a los cómplices que callan a sabiendas de quién es su vecino.