En un pequeño pueblo del Estado de Puebla (México), una treintena de menores sufren a diario maltratos y Violencia psicológica por parte de los trabajadores del centro. Casa del Adolescente es un albergue de acogida de adolescentes que, por distintas causas, no pueden vivir con sus familiares. Entre las historias de estos adolescentes encontramos casos de violaciones, incesto, prostitución, y/o abandono.

Este centro, perteneciente al Gobierno de Puebla, tiene el fin de acoger a las víctimas y prestarles la protección y ayudas necesarias. Lejos de esto, los menores que viven encerrados bajo una estricta disciplina, soportan como pueden la indiferencia y hostilidad de los trabajadores no cualificados que supervisan las actividades que conforman sus inadecuadas rutinas diaras como: dedicarse a lavar su ropa, realizar tareas en la cocina, aprender a realizar manicura y costura, visualización de telenovelas y vídeos de contenido no apropiado para menores.

A los menores, por motivos de seguridad, no les está permitido salir del centro, por lo que muchos de ellos pasan toda su adolescencia allí, sin recibir la educación secundaria obligatoria para poder optar una vida mejor al cumplir la mayoría de edad y salir del albergue. La menor Lidia (nombre ficticio para proteger su identidad), ingresó en el centro de acogida por sufrir las continuas vejaciones y palizas de su madre. Afirma que quiere salir a toda costa de Casa del Adolescente, pues se encontraba en mejores situaciones cuando vivía con su madre que dentro del albergue.

La falta de cualificación de los trabajadores, así como su desinterés repercuten directamente en los adolescentes. Al no estar preparados para impartir clases, les condenan a un futuro incierto ya que muchos de los menores no saben leer ni escribir.

Mucho menos reciben la atención psicológica necesaria e imprescindible para hacer frente a los traumas que están pasando. Son insultados y humillados, desprovistos de cualquier esperanza, desamparados y desesperanzados.

¿Qué les espera a estos chicos y chicas? Olvidados por sus familias, invisibilizados por el resto de la sociedad, sin voz, sin una mano a la que agarrarse.