Chanclas para todos, pero hasta cierto punto.
No se me olvidará la primera vez -y creo que única- que una chica me dio la razón respecto a mi manera de vestir. Transcurría la feria de mi pueblo durante un tórrido verano. A medianas horas de la madrugada, cuando la fiesta estaba en su apogeo, la chica dijo hastiada a su novio que se iba a casa porque la combinación baile-tacones estaba destrozándole los pies. Mi recomendación fue sencilla: haz como yo y ponte chanclas.
¿Poco refinado?: quizá. ¿Práctico?: a más no poder. La cuestión es que la chica acudió el resto de jornadas de feria con chanclas, cosa que agradecieron tanto sus pies como su novio, que no tuvo que interrumpir más el festejo por los inoportunos dolores.
Realmente me sorprendí con la eficacia de mi sugerencia cuando, días después, una tormenta de verano dio un respiro a la ola de calor y a la pobre chica la pilló con sus chanclas. Mi nueva recomendación no se hizo esperar: cuando llueva, haz como yo y ponte unos tenis (zapatillas de deporte).
Para las fiestas de guardar
Nochevieja = pitiminí. Es una costumbre muy arraigada la de usar las mejores galas en este tipo de festividades. Nunca fui muy partidario de ropajes tales como trajes de etiqueta o, en su caso, camisas y pantalones de pinzas, pero para el que decida usarlos, ahí va una historia basada en experiencias propias:
Durante la cena, ya sea en familia como con amigos, existen cuantiosos elementos que hacen peligrar gravemente la integridad de tu elegancia.
Las salsas son de los más destacados, pero sin lugar a dudas el peor enemigo que esta tiene, acecha mientras cantas alegremente con los amigos y te dispones a apartar tu guitarra para agarrarla: es esa copa de vino tinto que se te derrama sobre camisa y pantalones. ¿El resultado? Huir empapado y fastidiado a improvisar unas terceras mejores galas, porque las segundas están sucias de la nochebuena (con tanta fiesta no te ha dado tiempo a lavarlas).
¿Mi consejo de estilo?: no hagas como yo, dúchate después de la cena y acude a esta con ropa que no te importe manchar, pues donde se liga es luego en el pub y no cuando estás rodeado de tus compadres o parientes.
Para el resto del año.
¿En verano hace calor?: manga corta y pantalón corto (si hace demasiado calor, sin camiseta).
¿En invierno hace frío?: abrigo al canto, pero teniendo en cuenta que allá donde entres tendrán la calefacción a tope y tendrás que rebajar tu nivel de "cebollidad". ¿En otoño llueve?: algo con capucha. ¿En primavera?: cambia constantemente el tiempo, así que ¡ponte lo que quieras!
Sugerencias finales.
Viste como te dé la gana sin importar lo que piensen o prejuzguen los demás. Que prime lo que te guste y lo que te haga sentir cómodo: sal de discotecas en chándal; entra a una iglesia con una camiseta del Che Guevara; ve a una boda con una camisa que luego descubres que era de un pijama...
Lo importante es tu personalidad y cómo te comportes con los demás, no lo que lleves puesto.