Comprendiendo el mercado

Pongámonos en situación, nos encontramos ante un mercado inmenso, con una gran variedad de productos y empresas que los ofrecen, lo que podríamos denominar como un mercado perfecto. Aunque somos conscientes de que la realidad se aleja bastante de este supuesto, lo cierto es que en Economía usamos supuestos que más adelante transportaremos a la realidad, y en la mayoría de mercados hay una constante que se repite: el consumidor tiene siempre la elección de que productos consumir, así como a que empresas comprar. Por su parte, las empresas tendrán la labor de crear nuevas necesidades para las que ofrecerán sus productos o bien adaptarse al mercado y mejorar los bienes o servicios que ya se ofrecen.

Entender el funcionamiento del mercado es la clave para darle valor a este artículo, pues frecuentemente leo a través de las redes sociales comentarios de este estilo: ''Como comprador no tengo fuerza, es el propio gobierno quien debería hacer algo''. Este comentario respondía a un artículo, mostrando el desacuerdo en la resolución del conflicto por parte de Amazon España, pero recelando de una actuación por parte del consumidor, transmitiendo todo el peso de la acción al gobierno.

¿Qué puedo hacer como consumidor?

Como consumidor la acción esta clara: indagaré en el mercado buscando los bienes y servicios que se adapten a mis necesidades y los consumiré acorde a estas necesidades. Por tanto, manteniendo el supuesto de que el mismo bien o servicio es ofrecido por diferentes empresas, es lógico que como consumidor pueda elegir qué empresa se adapta mejor a lo que busca.

De esta decisión excluiremos el agua, pues es un bien básico que en nuestro contexto, es ofrecido por el sector público a un precio controlado, además de ser un bien básico y sin alternativas. Pero para el resto de bienes y servicios, nuestro poder de decisión está presente y nos permite elegir que empresa nos lo proporciona.

Esta situación lleva implícita que nuestra decisión tenga poder en sí misma, como consumidores tenemos el poder para echar del mercado a empresas que a pesar de ofrecer un producto a menor precio consideremos que no cumplen criterios éticos,por ejemplo, podríamos no consumir productos que provengan de empresas que financian actividades relacionadas con las armas.

Aunque en la teoría es posible, cuando queremos aplicarlo en la práctica suele ser un poco más complejo, pues los consumidores son muy heterogéneos y es complicado organizar su acción, pero sería posible eliminar empresas del mercado si se considera que no cumplen ciertos criterios éticos simplemente dejando de consumir. Es el poder de la acción a través de la no acción.

Posibles alternativas de futuro

En la actualidad contamos con organizaciones que defienden los derechos de los consumidores, como la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), pero esta clase de organizaciones están centradas en la protección de usuarios y no en el uso del poder de negociación que el mercado les provee. Por ello, los mercados irán evolucionando, y cada vez mas consumidores se agruparan en organizaciones de consumo responsable, que cuánto más grandes sean, más poder tendrán para manejar el mercado hacia estándares de consumo que consideran responsables, expulsando del mercado a empresas que ponen en práctica métodos de producción que en algunas ocasiones ponen en duda la ética y la moral. Evolucionando hacia una justicia que el propio consumidor tiene el poder de aplicar. Pero hasta entonces, podemos seguir diciendo que el consumidor no tiene poder, al menos de momento.