Decepción mayúscula en París. Y no es para menos. En el Santiago Bernabéu se puede perder. Por supuesto que se puede. Estamos hablando del estadio más temido de la historia de la Champions League. El equipo que más títulos tiene. El vigente ganador de tres de las últimas cuatro.

Datos al margen, al final, cuando pita el árbitro, solo es un partido de Fútbol. Tras un arreón inicial importante de los locales, el PSG fue calmando el partido. Era dueño del balón y no tardó mucho en abrir el marcador. Un excelente centro de Mbappé al que no llegan Cavani ni Neymar, termina con un balón franco para Rabiot, que bate por alto a Keylor Navas.

Un espejismo

El Madrid, con muy poco, se mantenía en el partido. Al filo del descanso, un error infantil de Lo Celso provocó que el árbitro pitase penalti sobre Tony Kroos. Cristiano devolvía las tablas al marcador. De esos penaltis que si se ven, se pitan. Ambos equipos se iban al vestuario con sensaciones distintas. El PSG dominó sin inquietar demasiado, más allá de las constantes internadas de Neymar. El Real Madrid estaba intenso, pero tampoco como para emocionarse.

Pesadilla, Unai Emery

La segunda parte no tuvo demasiada historia hasta el tramo final. El Madrid, agazapado atrás, empezaba a dar por bueno el empate. El PSG controlaba el balón y parecía poder irse a por la victoria, pero no terminaba de decidirse.

Entonces aparecieron los entrenadores. Emery sacó del campo a Cavani para meter a un lateral derecho. El mensaje estaba claro. El técnico había perdido 11 veces en el Bernabéu y eso es una losa difícil de superar.

Zidane, en cambio, vio que podía ganar el partido. Entraron Lucas Vázquez y Marco Asensio, renunciando a Casemiro.

El PSG hizo aguas precisamente por la banda que Emery había "reforzado". En un abrir y cerrar de ojos se pasó del empate a un 3-1 que inclina y mucho la balanza en favor de los de Zidane.

Enfado descomunal de Neymar

Tras el encuentro, Neymar no cabía en sí mismo del enfado que llevaba. El brasileño no paró de intentarlo, desbordó una y otra vez.

Provocó todo el peligro de su equipo e incluso tuvo la opción de recortar distancias en el descuento. Se sintió solo. Neymar sentía que habían perdido una oportunidad tremenda. Él más que nadie sabe lo que es el Real Madrid y lo que significa jugar en el Bernabéu. Por eso sabía que ayer era una buena opción de pegar un golpe encima de la mesa.

Estaba tan cabreado que no dudó en señalar culpables. El primero, por descontado. Unai Emery. No puede entender que jugadores como Thiago Silva o Ángel Di María no estuviesen sobre el césped. Por muy veteranos que sean y por mal que pudieran estar, un partido de Champions contra el Real Madrid es para hombres curtidos. Lo Celso y Kimpembe tienen mucho futuro, pero no era día para ellos.

El otro foco del enfado, al margen de su entrenador, eran Cavani y Verratti. Neymar sabe más que nadie que para ganar hacen falta todos. El uruguayo y el italiano tienen nivel para dar mucho más. Solo de esa forma, podrán ganar. Dando el máximo en conjunto. Ahora Neymar sabe que se ha perdido una batalla. Pero queda otra, el 6 de marzo. Siempre les quedará París.