Corría septiembre de 1969 cuando el considerado uno de los mejores laterales derechos de la historia del Atlético de Madrid –si no el mejor- decidía colgar las botas tras una trayectoria futbolística de 17 años. A sus espaldas, dejaba un palmarés especialmente teñido de rojo y blanco compuesto por una Liga, tres Copas de España, una Recopa de Europa y una Eurocopa con la selección española; que se escribe rápido, pero que tiene una ejecución más forzosa.

Una carrera en rojo y blanco

Entre el frío que se agolpa en los inviernos abulenses creció Feliciano que consiguió revolucionar una posición futbolística –la de lateral derecho- inicialmente atribuida tópicamente a el jugador bajito, regordete, sin ganas de correr y siempre escogido el último en las escolares clases de deporte.

Mudando su posición el conocido como 'El galgo de la Toledana' -en honor al pueblo que le vio nacer-, evolucionó de extremo, pasando por el interior -donde le ayudó su cualidad para distinguir y hacer el pase idóneo-, hasta acabar enamorándose – y también enamorando a la gente- del flanco derecho. Tanto fue así que el jugador, con un pensamiento adelantado a su tiempo, fue, es y seguirá siendo considerado el pionero de la posición de carrilero, perfil creado gracias a su velocidad, su temperamento, su complexión menuda y su vocación ofensiva.

Tras pasar por el Real Ávila, el Real Murcia, el Ad Plus Ultra y el Rayo Vallecano, el abulense comenzó su historia de amor con el Atlético de Madrid en 1958, donde forjaría una década dorada.

Si bien los colores colchoneros tiñieron el corazón de Rivilla, en su trayectoria también alcanzó el éxito futbolístico con la selección española donde disputó un total de 26 partidos. Como encuentro destacado siempre repuntará en la memoria la final que España ganó a la Unión Soviética en 1964 donde las crónicas de la época le pintaron como “el mejor con un juego en plan maestro”.

Eterna leyenda

Cuando Rivilla, a sus 33 años de edad decidió colgar las botas tras 356 partidos de garra y entrega a las rayas rojiblancas, ya había grabado a fuego en la historia colchonera su nombre. Nombre que también dejó estampado en las paredes del Vicente Calderón como símbolo de uno de los mejores jugadores que, ahora, sus 51 años de historia han visto pasar.

Cuando el pasado lunes Rivilla, a sus 81 años de edad se marchaba, también dejaba su nombre estampado como leyenda del Fútbol español.

Dicen que alguien nunca muere mientras permanezca en la memoria. Los corazones nunca olvidan; y menos, los rojiblancos.