El Real Madrid superó ayer cómodamente al Espanyol (2-0) y sigue afianzándose como líder sólido de la tabla clasificatoria a expensas de lo que suceda en los dos partidos aplazados que le quedan por disputar. El primero de ellos este próximo miércoles contra el Valencia en Mestalla. Al Madrid le bastaron los goles de Álvaro Morata y del propio Bale para superar a un Espanyol bien plantado sobre el terreno de juego pero que careció de lo más importante, la pegada. Los de Quique Sánchez Flores llevan más de 50 años sin ganar en Chamartin, desde que lo hicieran en 1966 y alargan así su sequía de triunfos en el Bernabéu.
Zinedine Zidane presentó un once inicial con algunas novedades respecto al equipo que ganó y convenció contra el Nápoles (3-1) el pasado miércoles. El técnico francés dio descanso a Navas, Casemiro o Marcelo. A esto hay que sumarle que el conjunto blanco no pudo contar con Sergio Ramos por una contusión.
No obstante, la noticia más importante durante el día de ayer, más allá de la victoria fue sin duda alguna la vuelta a los terrenos de juego de Gareth Bale que reapareció 89 días después, tras caer lesionado durante el partido de Champions ante el Sporting de Portugal el 22 de noviembre. Cuando Zidane puso a calentar al extremo galés, mediada la segunda parte, el Bernabéu reaccionó con una sonora ovación pues ansiaban el regreso de uno de sus mejores jugadores.
Bale entró en el minuto 70 y necesitó menos de veinte minutos para marcar y dejar claro que ya está totalmente disponible para su entrenador y apto para volver a marcar diferencias.
El galés puede convertirse en uno de los jugadores más importantes de cara al tramo final de temporada. Este se presenta apasionante para los intereses de un Madrid que durante los próximos meses va a luchar para conquistar la Liga, acabar con el dominio del F.C. Barcelona y para conseguir lo que nadie ha conseguido aún en el fútbol moderno, ganar dos Champions de forma consecutiva y ampliar así su hegemonía a nivel europeo.