La Ermida da Memória, una pequeña ermita situada en el cabo de Espichel (Portugal), guarda un grabado del siglo XV que despierta curiosidad y fascinación a la vez. En él se representa a una Virgen trepando a lomos de una mula por los acantilados de la Pedra da Mua, el risco sobre el que está construida dicha ermita. Con esta historia se intentaría explicar las huellas que aparecen en este acantilado, visibles a todos los peregrinos y feligreses, cuyo origen es más asombroso que un milagro relacionado con la Virgen.
Las huellas de dinosaurio de la Pedra da Mua
En realidad, estas huellas que aparecen en las paredes de este acantilado portugués pertenecen al período Jurásico y Cretácico, que quedaron fosilizadas con los cambios geológicos ocurridos en los siguientes eras. Por tanto, serían testimonios vivos de que esta zona del cabo de Espichel portugués fue habitada por dinosaurios de gran envergadura, concretamente por Saurópodos de cuatro patas.
Su visita es arriesgada, ya que se encuentran en un acantilado escarpado de 70 metros de altitud. Sin embargo, se encuentra señalizado el sendero donde se pueden divisar estos restos fósiles sin correr peligro de precipitarse al mar.
El intento de explicar las huellas a través de un milagro de la Virgen
No obstante, hasta hace relativamente poco, estas huellas grabadas en el acantalidado de la Pedra da Mua no tenían explicación debido a que no se conocía la existencia de dinosaurios. Es por ello que se recurrió a la tradición, que decía que aquellas huellas habían sido provocadas por una mula gigante que llevaba en sus lomos a la Virgen y que trepó por esta ladera desde el mar hasta llegar a lo alto.
En conmemoración de este milagro, se creó la Ermida da Memória, para que no se olvidara este suceso prodigioso.
Este supuesto milagro corrió como la pólvora por todo Portugal, provocando que muchos peregrinos se desplazaran al lugar para rendir culto a la Virgen y ver aquellas huellas. La afluencia de creyente creció tanto que se creó el Santuario de Nossa Senhora para darlos cobijo y alimento.
Aun así, cuando se demostró que realmente eran huellas de dinosaurios, el santuario portugués se tomó con humor el hallazgo y actualmente en el templo guardan una representación mostrada al público de una Virgen que, en vez de ir montada en una mula gigante, va a lomos nada más y nada menos que de un Tiranosaurio Rex con un bozal para que no muerda.