Un asteroide lejano llamado Arrokoth y ubicado en el cinturón de Kuiper —disco que orbita alrededor del Sol—, descubierto por la sonda New Horizons el año 2014 cuando la NASA lo llamó Última Thule, puede aportar información valiosa sobre las etapas preliminares de la formación del sistema solar, de acuerdo a unos artículos publicados por la revista Science el 13 de febrero pasado sobre su origen, geología y composición.

Se abre así una nueva teoría sobre el origen de los cuerpos celestes con esta investigación, que le da otra historia a la astronomía, pues se descubren detalles inesperados.

Nueva teoría rige los cuerpos astrales

A comienzos del año 2019, la sonda New Horizons encargada de la misión, luego de sobrevolar el asteroide Arrokoth, constató que está conformado por dos cuerpos unidos por una especie de cuello. Su superficie, que se halla recubierta de metanol congelado de color rojo, la conforman moléculas orgánicas de gran complejidad.

Las informaciones recogidas por la referida sonda posibilitaron construir un modelo en tres dimensiones de ese planetesimal —"embriones" de protoplanetas (o mini planetas)— y revelar que el cuerpo, el cual posee una figura similar a la de un cacahuete con cáscara, se formó siguiendo la teoría de colapso nebular.

De acuerdo a lo que dicta esta teoría, los voluminosos cuerpos celestes se conforman por atracción gravitatoria de inmensas nebulosas de polvo cósmico.

En contraste, se tiene la hipótesis de la acreción jerárquica. O sea, que esos cuerpos se crearon por fuertes impactos aleatorios de partículas y terminaron fusionándose.

Uno de los responsables de esta investigación, el astrónomo William McKinnon, señaló para el diario británico The Guardian que las imágenes no presentan evidencias de coaliciones o fisuras, al decir de ambos lóbulos.

Destacó que la constitución de las partes de Arrokoth indican que se crearon juntas y permanecieron orbitando una en torno a la otra por un período de tiempo hasta que se unieron gradualmente.

La cápsula del tiempo

Arrokoth tiene una gran significación para el análisis de las etapas iniciales del sistema solar y la verificación de la hipótesis del colapso nebular.

Adicionalmente, su superficie evidencia que pocas veces ha sido colisionada por asteroides ubicados a gran distancia, en tanto que su considerable distancia con el Sol —40 veces más grande que la la de la Tierra— asegura la preservación de su materia.

El investigador principal de la misión New Horizons, el ingeniero y científico Alan Stern, argumenta que, en efecto, el sitio donde se encuentra Arrokoth está tan lejos del Sol que las temperaturas registran ceros absolutos. Es razonable que por ese factor se preserven los objetos en un tipo de estancamiento o "cápsula del tiempo".

El astrónomo McKinnon señala que Arrokoth ha resultado extraordinario por lo que se ha aprendido de él, pues les señaló ciertas realidades del sistema solar. "Es un mundo excepcional que nos ha contado una historia extraordinaria", ha dicho.