En la carretera que une las localidades riojanas de Arnedo y Cervera del río Alhama, se eleva el pueblo abandonado de Turruncún. Sus ruinas aún recuerdan los ecos de la vida diaria de sus antiguos vecinos. Cada muro derruido y cada rincón todavía tienen algo que contar a aquellos curiosos que se acercan al pueblo.

Turruncún tuvo siempre la imagen de pueblo tradicional español. Sus vecinos vivían de la minería, trabajo muy extendido en la zona. Su principal edificio es la iglesia parroquial de estilo mudéjar que es la construcción mejor conservada en la actualidad.

También existe un colegio construido en los años 60 que rompe con la estética de las casas de adobe, pero que nunca llegó a entrar en funcionamiento.

El pueblo fue abandonado en 1975, ya que la minería empezaba a decaer, Turruncún no estaba muy bien comunicado y las familias más jóvenes decidían trasladarse a Arnedo. Sus últimos habitantes fueron un pastor cuyas ovejas pastaban en la zona, un anciano de 80 años y unhippieque intentó crear una comuna allí sin éxito.

El acceso a Turruncún se realiza a través de un camino de arena que conduce a un merendero, que sirve de entrada a las ruinas del municipio abandonado. Tras esquivar los escombros y seguir los senderos en malas condiciones que anteriormente fueron calles, se llega a la iglesia, donde sobresalen huesos de los enterramientos que allí había, atendiendo a la práctica habitual del cristianismo primitivo de enterrar a las personas dentro de los templos.

Al seguir los senderos y esquivar múltiples jaras y zarzas, se accede a las despensas que hay en forma de cuevas excavadas en la montaña, donde algunas de estas cavidades conforman pequeñas galerías que se comunican entre sí. Finalmente el recorrido acaba en el cementerio de Turruncún, lugar que todavía conserva tumbas de fallecidos que fueron enterrados allí incluso después de que el pueblo fuera abandonado.

El cementerio también es visitado frecuentemente por familiares y antiguos vecinos, como demuestran las múltiples flores que hay en las tumbas más modernas.

Como queda patente, Turruncún es un lugar que cayó en desgracia, pero sus vestigios hacen que el olvido todavía no se cierna sobre él, pues en él todavía perduran esos sonidos lejanos que evocan un pasado no tan lejano y que se repite como un mantra.