Nadie sabe por qué una canción, unas zapatillas o el último modelo de esa marca de autos tiene éxito o no. A posteriori, claro, todos tenemos una respuesta, algo esclarecido que decir, pero es antes de que ocurra el fenómeno que se hace relevante pronosticar el triunfo (más que el fracaso) de cualquier empresa.

Ya podemos pensar en cómo es que hace unos años el surcoreano PSY logró popularizar su insufrible Gangnam Style, o cuál fue el secreto para que un pequeño auto alemán de dos puertas, el Escarabajo, se convirtiera en uno de los coches más vendidos del planeta.

Cuando la moda de cazar Pokémones se popularizó fue como un dolor cabeza para quienes no se entregaron al jueguito, pues hordas de “zombis” llenaban las calles de todas las ciudades. ¿Qué llevaba a las personas a jugar con dicha aplicación? ¿Y sobre todo a abstraerse de la realidad al punto de correr el riesgo de sufrir accidentes de tráfico? No digo que no había que jugar con esos personajes escurridizos y de colores, eso era decisión de cada uno, pero me llamaba la atención que los players no se cuestionaran si aquello era divertido o no y simplemente siguiera a la masa juguetona.

No sé si llegue al nivel de plaga mundial, pero ya está aquí el Fidget Spinner, el llamado juguete de moda que invade los recreos en los colegios de Estados Unidos y que sin duda acabará por poblar el planeta de millones de incondicionales.

El artilugio es simple: consiste en un pedazo de plástico (digamos con tres brazos) que gira sobre un mismo rodaje o rodamiento el cual funge de eje al ser sujetado entre los dedos. La gracia es hacerlo girar y comenzar a realizar cabriolas con él.

Según parece, surgió años atrás como un elemento anti-estrés, pero no fue hasta hace pocos meses que se convirtió en el pasatiempo de moda de los niños norteamericanos y ahora también de los españoles, que, imagino influenciados por las redes sociales y el comercio en Internet, han comenzado a disfrutar del Fidget Spinner.

Fiebre en las redes

Por ejemplo, ya se puede ver a gente jugando con el aparatito en Instagram. Hay desde vídeos aburridos en los que una mano hace girar las “aspas” hasta escenas en las que muchachos brincan de un lado para el otro, con mucha habilidad, sin parar de jugar con la novedad.

Quizás lo más rescatable sea que los niños y no tan niños dejen por un momento las pantallas y se animen a experimentar con una forma distinta de distracción.

Y no me atrevo a pronosticar su éxito o su fracaso, pero no veo motivos para no desearle suerte. Por lo demás, el tiempo dirá.