La conferencia de Devolver Digital golpea con una gran verdad, ataviada en la comedia que desprende su presentadora, Nina Struthers, y su ingenioso descontrol escénico; y es que la industria de los Videojuegos apesta. Lejos quedaron aquellos días donde anunciaban títulos para el presente, y los vendían en su totalidad. Ahora, no solo se presentan juegos que, sin ir más lejos, tardan más de una década en llegar a las manos de los consumidores; sino que, además, llegan inacabados, con la necesidad de molestos parches que, en un futuro, harán obsoletos esos mismos títulos.

Y el mayor cáncer de todo esto es la pasividad del consumidor, cegado por un fanatismo que no es sano y una prensa, en términos generales, poco seria, que acepta “regalos” de las grandes compañías, disfrazadas cual Papá Noel hawaiano.

Aplausos inmerecidos en el E3

¿Cómo podemos vitorear la llegada de un título como The Last Guardian, cuando ha estado 10 años en desarrollo, y lo recibimos en unas condiciones de optimización pobres, una calidad irregular y un control desastroso? ¿Acaso no somos capaces de ver que Final Fantasy XV, después de otra década de espera, es un título pobre en contenido, que se ríe del consumidor y lo toma por deficiente? Alabamos una conferencia de Sony de 2015 en la que presentaron un remake del adorado Final Fantasy VII, y el soñado Shenmue 3, pero ninguno de los dos está fechado dos años después y encima el segundo pidió de donaciones públicas por Kickstarter para salir adelante.

¿Cuál es el mérito?

Cada E3 se llena del aplauso desaforado de la prensa internacional, como si asistieran a un concierto que les pide de participar en el espectáculo. Ves cientos de “profesionales”, más preocupados por el caché que les dará subir las fotos de rigor a sus redes sociales, en vez de analizar el evento desde un punto de vista informativo, sobrio, sin aditivos.

Hay que divertirse en el trabajo, pero hay una diferencia entre mantener una actitud analítica, y dejarse llevar por los globitos en el cielo. Ya sabéis, hay que aplaudir cuando se enciende la señal del escenario, como si de un programa televisivo de tratase, y ellos fueran el público de relleno. Pero no soy yo el que puede cambiar eso, sino los periodistas que asisten y aceptan su papel de risa enlatada en vez de juez, verdugo, e informador.

Los tiempos cambian, y con él, los jugadores de consolas

Este año ha sido diferente. El E3 2017 ha brillado por la crítica de su público hacia las compañías. La maquinaria empieza a verse forzada, y ya no parece que los jugadores se fíen de lo que ven en los tráilers e imágenes promocionales de los títulos anunciados. La ilusión propia de este evento parece disiparse para dejar paso a la incredulidad y eso, queridos lectores, es bueno. Vivimos una época en la que debemos ser desconfiados y debemos cuestionar cada promesa, cada palabra y cada imagen que se nos muestra. No hay que ser complacientes, porque la industria del videojuego no lo va a ser con nuestros bolsillos.

La prensa debería ser más crítica con los nuevos videojuegos

Aquí es donde debería entrar la prensa. ¿Pero cómo fiarse de aquellos que engrandecen a títulos como Street Fighter 5 e ignoran su política de desgaste? ¿Qué hacer con aquellos que analizan los juegos hablando de arte, como si entendieran del tema, y deciden ignorar sus carencias? ¿Cómo tomar una decisión acertada sobre qué juego comprar, si el baremo de calificaciones es tan inconveniente, que un 9 es el nuevo 5? ¿A qué periodista escuchar si ninguno parece tener capacidad de autocrítica y buscan excusar sus malas praxis?

Estos días han sido muy interesantes, y fuera de los títulos presentados, se ha abierto un debate muy intenso sobre el papel de la prensa en esta clase de eventos, y la verosimilitud de estos.

Devolver Digital da en el clavo, uno que parece estar siendo evitado por la prensa, uno que muestra el discurso complaciente y descerebrado de una industria codiciosa, y una prensa que bien podría estar comiendo palomitas mientras aplaude a sus dioses.