Don Quijote de la Mancha ya luchaba contra molinos de viento en pleno siglo XVI. El viento ha sido a parte de la combustión de madera una de nuestras principales fuentes de energía. No hace mucho, y aun hoy de forma deportiva, nuestros navíos cruzaban los mares empujados por el viento; y prácticamente en todo el mundo se encuentran molinos moliendo grano o bombeando agua.

Así pues la historia nos ofrece en bandeja un sustitutorio a la central térmica; pero tiene diversos inconvenientes como suele suceder con todas las energías renovables, de ahí la dificultad de imponerse a los combustibles fósiles. Una ya la mencione en "Las eléctricas no creen en las Energías Renovables" la dificultad de dar un suministro según demanda. Otra es un problema ecológico-paisajístico. Los molinos son unas aspas inmensas que giran a velocidad relativamente lenta pero implacable con los pájaros que atraviesan la gran área que abarcan; puede parecer que sea algo anecdótico pero la realidad es que se empieza a notar en las ya no muy pobladas poblaciones de pájaros. Otra particularidad de estos es que se ven debido a su gran tamaño, rompiendo las carenas de las montañas y creando mal estar con la industria turística y los defensores del paisaje. En estos momentos tenemos movimientos ecologistas y ambientales manifestándose por aumentar la producción de energía eólica mientras que por otro se manifiestan en contra de la implantación de cada nuevo campo de viento.

Pero hay dos modelos de aerogenerador: el de aspas (molino), y el helicoidal. El primero es el que normalmente vemos en las carenas. El segundo son helicoides montados en vertical de metro a metro y medio de diámetro y un máximo de cuatro metros de longitud. Su poco diámetro y forma compacta hace muy difícil que los pájaros choquen con él, así mismo no necesita ser elevado de 50 a 100 metros de altura dándole mucha más discreción. Un inconveniente de las aspas es la gran estática que generan debido a la gran velocidad que tienen estas en las puntas; esta estática crea problemas de comunicación obligando a poner los campos de viento en lugares alejados de los centros de consumo. Las helicoidales no generan casi estática por su tamaño y son muy silenciosas esto las permite ponerlas en cualquier sitio y por tanto en la misma zona de consumo.

La inercia, sobretodo a la hora de plantear instalaciones rentables, hace que los modelos se perpetúen sin pensar siquiera si otra solución sería más conveniente. El ingeniero ha de ofrecer resultados, muchas veces los ha de dar en un tiempo corto, y siempre con las máximas garantías; quien lo contrata tampoco quiere experimentos, se juega su dinero y ha de hacer confianza con el ingeniero; el resultado final es la perpetuación del modelo conocido y que funciona. Sólo se rompe la inercia cuando realmente la solución clásica ya no es factible.

En los aerogeneradores el caso ya se ha dado. En Cantón (China) se construye un rascacielos donde se instalaran seis aerogeneradores. En una ciudad no se pueden poner molinos con aspas, así que los pondrán helicoidales. Si realmente son capaces de dar la energía prevista nuestras ciudades pueden cambiar las chimeneas por esas columnas. El viento aun no ha dicho la última palabra.