En el municipio de Alcobendas, hoy en día a las afueras de Madrid capital, ocurrió un suceso insólito el cual corrió puso todas las miradas a este lugar en el que reinaba la tranquilidad.

El semanario de sucesos El Farol se hizo ecoen junio de 1957de la historia de Monchito Matellanes, un niño de seis años que cayó al fondo de un profundo pozo. Estaba jugando por la zona cuando perdió el equilibrio y se precipitó a él. En ese momento sus familiares tiran una cuerda por la que asciende el joven, pero el niño vuelve vuelve a escurrirse y, de nuevo, acaba en el fondo del pozo.

Cuando los esfuerzos de familiaresy de la gente de Alcobendas que acudió al lugar para intentar sacar a Monchito del pozo se agotaban, de repente, la voz del niño retumbó en las paredes del pozo en el que había caído: "No os preocupéis, la estampita de la Virgen me está protegiendo".

Al oír su voz, tiraron de nuevo un cubo y una cuerda para que el niño de seis años se agarrara, pero éste hacía caso omiso de la ayuda que le brindaban sus seres queridos para salvarle la vida. Decía que le dejaran, pues estaba flotando en el agua, aunque no supiera nadar, gracias a una estampa de la Virgen que había.

Cuando consiguen sacar a Monchito Matellanes, el niño quiere volver a arrojarse al pozo para coger del agua la estampa que, según él, le había salvado la vida.

Los rumores sobre un milagrocomienzan a correr por Alcobendas, llegando a oídos de un párroco, que enseña varias estampas al joven Monchito de diferentes vírgenes para que identificara cuál era la que, supuestamente, le había ayudado a sobrevivir en el pozo. El niño identificó a la Virgen de la Paz entre una de las estampas del párroco, asegurando que fue esa advocación la que estaba en el pozo.

La Virgen de la Paz era la patrona de Alcobendas a la que se le otorgan muchos prodigios, como la famosa multiplicación del vino el 25 de enero de 1677. El milagro de la multiplicación si es recordado por placas en el municipio madrileño, pero del prodigio ocurrido a Monchito Matellanes en aquel pozo nadie lo recuerda, excepto esa vieja portada del semanarioEl Farol, difícil de encontrar salvo en aquellas hemerotecas que guardan auténticos tesoros en forma de misterios.