El programa “Salvados” del pasado 10 de diciembre se concentró en el primer caso de pederastia que fue reabierto por el Vaticano en España. El caso, más que conocido, no es otro que el del cura José Manuel Ramos quien fuera párroco de las provincias de Zamora y León por más de 25 años.

Jordi Évole y su equipo, decidieron viajar a las mencionadas provincias donde se toparon con vecinos y antiguos alumnos del colegio Juan XXIII donde Ramos Gordón impartía clases. Aunque algunos negaron el conocimiento de la situación, otros lo confirmaron o decían haber escuchado rumores.

Sin embargo, Évole se encontró con un estudiante precisamente que estaba más que dispuesto a dar sus declaraciones y así lo hizo aunque sin enseñar la cara ante las cámaras de Salvados. Su nombre, Javier y lo que tuvo para contar fue verdaderamente desconsolador.

Javier y su hermano sufrieron a manos del párroco Ramos Gordón

El joven comienza contando que al llegar al colegio no estaba enterado de nada y que fueron sus compañeros quienes le fueron contando las cosas que el cura les hacía. Aunque por un par de días el joven se mantuvo a salvo, relata que durante la cuarta noche Ramos Gordón se acercó también a él para tocarle.

El hombre que cuenta la historia se ve claramente vulnerado y con voz entrecortada relata cómo ese niño sufrió humillación, miedo y dolor en profundo silencio noche tras noche.

Las secuelas le han quedado de por vida, confiesa Javier ante un conmovido Jordi Évole.

Aunque fue el primer día la experiencia más traumática, Javier dice que las visitas se prolongaron casi cada noche y que no importaba si venía o no porque era un infierno igual ya que “lo estabas esperando”.

El hermano de Javier también sufrió abusos del párroco

Javier relata con detalle los horrores que vivió, confesando que el cura le tocaba ya fuera que durmiera boca arriba masturbándolo, o boca abajo llegando incluso a introducirle el dedo en el ano. También se masturbaba y eyaculaba sobre los niños según le placía.

“Nunca me habló, solo hacía.

Luego, si cogía confianza iba más allá. Y si te ponías bocabajo para que no te tocara, él te tocaba por detrás. Llevaba cremas o algo, no sé lo que era. Era frío. Te tocaba las nalgas, te acariciaba. Y se iba acercando al ano. Introducía su dedo”.

El hermano le enseñó a ocultarse y dormir en el baño para intentar escapar de los abusos pero el trauma le fue imposible de superar a ambos, incluso en la adultez cuando el hermano de Javier muere atropellado.

Las secuelas serán para toda la vida y la condena fue una burla

Las secuelas del sufrimiento de estos niños ya se veían en la misma infancia cuando, según Javier, tenían “insuficiente en todas las asignaturas menos en la de José Manuel que tenía excelente”.

Pero aún tras la muerte de su hermano, este trauma es tan profundo para Javier que incluso le llevó a tener problemas para relacionarse con mujeres hasta la llegada de su actual esposa.

Las esperanzas de Javier de lograr justicia se habían alimentado cuando el caso fue reabierto por El Vaticano, pero tras no recibir su declaración (ni siquiera darle presencia durante el juicio) y dictar una sentencia cerrada a Ramos Gordón de abandonar la sotana por un año y realizar labores sociales, Javier determina: “La sentencia fue como una burla”, por ello y por su hermano, no dejará de luchar hasta que se haga la justicia que se debe.