Cada día más Mujeres nos estamos subiendo al carro del feminismo para defender nuestros derechos. Todo esto implica tener unos ideales y principios que defender, no sólo en la teoría, sino también en la vida privada. Mediante muchísimas campañas nos hemos unido para castigar el acoso en las calles, la violencia de género, la libertad sexual y un sinfín de etcéteras. En cada movimiento surgido a favor de la libertad de la mujer nos hemos ido empoderando un poco más. Esto hace que nuestras convicciones se refuercen y sigamos luchando contra todo aquello que nos rodea, nos denigra y nos hace mucho daño.

Ojalá todo saliera tan bien como lo estoy pintando. Ojalá todo fuera tan sencillo como unirse, poner tus ideales encima de la mesa y defenderlos a capa y espada, hasta que se consiga aquello por lo que se lucha. Pero ser feminista es un duelo día a día, del que se disfruta, pero por el que también se sufre. Me estoy refiriendo, sobretodo, a todos aquellos momentos en los que las mujeres canturreamos una canción, buscamos el videoclip en youtube, y ¡oh, vaya! las decena de mujeres que aparece en el videoclip están semidesnudas contoneándose. Se podría tomar esta reflexión como algo anticuada y rancia. Se tiende a pensar que si algo está justificado, es completamente válido. Lo cierto es que esto no funciona así.

Obviamente las chicas que aparecen en los videclips que vemos están siendo pagadas por salir bailando en bikini, no hay duda. Y efectivamente es un trabajo voluntario. Pero la imagen que proyectan estas mujeres en la sociedad no es más que un reflejo de lo que el patriarcado espera de nosotras. Es decir, les pagan por ejercer un comportamiento rodeado de sexualidad que acabará normalizándose y exigiéndose para con otras mujeres.

¿Es esto legítimo? Sí, porque es voluntario, pero ¿es esto digno para la mujer? No, absolutamente no. Porque esto es lo que hace que cada día se nos exija darle un besito a un chico en una fiesta por invitarnos a una copa, esto contribuye a que nos llamen "estiradas" o "frígidas" si no soltamos una risita floja (incluso sin ganas) cuando nos piropean por la calle.

Esto contribuye a que se nos pueda obligar a practicar el sexo con nuestras parejas, aunque no nos apetezca, porque a ellos les han enseñado que a nosotras siempre nos apetece. Es lo que han visto en la televisión y es de lo que hablan las letras de las canciones que escuchamos.

Por eso es difícil ser feminista hoy día. Ser mujer y feminista es una doble dificultad a la que nos enfrentamos. Estamos defendiendo unas ideas y unos derechos que chocan directamente con lo que exige la sociedad de nosotras. Está pasando a tiempo real: por la mañana vamos a una manifestación contra la violencia de género y por la tarde canturreamos una canción romántica en cuyo videoclip aparece un chico acosando a una chica, y ella sonríe. Y tú sigues cosiendo ese botón a tu marido mientras tarareas esa canción, mientras te acuerdas del videoclip, de la manifestación y de que después del botón viene hacer la cena.