Sergio Morate fue el único sospecho de la desaparición y crimen de Laura Marina. Todas las hipótesis recayeron sobre el apenas las familias de las jóvenes realizaron la denuncia por su desaparición.

Han pasado poco más de año, de ese crimen machista que estremeció al país y puso en vilo la necesidad de reformar algunas leyes sobre Violencia de género.También, con ese doble asesinato, se puso en evidencia el lugar tan vulnerable de la víctima. Nada puede ser más duro y difícil de creer que la posibilidad de que la persona que ames, te matará.

En cuanto se ha atravesado el portal de la Violencia de género, no hay marcha atrás.

La mujer que la sufre solo puede irse de allí, porque todos sus intentos por ayudarlo, todo el amor que le tenga, no hará más que alimentar al inconsciente, que reaparecerá sin motivo, mucho más seguido que antes.

Sergio Morate había golpeado, insultado y controlado hasta el hartazgo a Marina Okarynska, pero ella, un joven ucraniana que residía en un pueblo de cuenca y trabajaba en bar familiar del que por aquel entonces era su novio, no lo denunció.

Después de 4 años, cogió fuerzas, algunas cosas de poco valor y regresó a Ucrania. Tal vez la distancia le devolviera algo de la paz que Sergio Morate le robaba a diario. Aquel jueves de agosto de 2016, Marina le pidió a Laura si la acompañaba a buscar algunas cosas que había dejado en la casa de Morate.

La amiga aceptó, casulamente pasaba unos días en el pueblo de la familia, porque trabajaba en otra ciudad.

Las chicas desaparecieron esa misma tarde, Sergio Morate también, pero la búsqueda desesperada ya hacía prever lo peor. Que Morate era violento lo sabía todo el pueblo. Tenía antecedentes por secuestrar y retener contra su voluntad a una ex novia antes de conocer a Marina.

Tras hacer la denuncia policial, los madres de Laura encontraron el vehículo de su hijo, con el bolso, la medicación que tomaba a diario y el teléfono móvil. Las probabilidades de encontrarlas con vida disminuían con el paso de las horas, las marchas en la localidad de los tres jóvenes no mermaban, pero la policía estaba muy cerca del rastro del asesino.

En su huída, eligió un país que no quería, pero donde tenía un amigo con antecedentes similares a los suyos que podía ayudarlo. Viajó hasta Girona en su vehículo personal, luego cruzó la frontera con Francia y de allí, hasta Rumanía 6 días, en los que solo se detuvo para llamar por teléfono a su madre. Sergio Morate había dicho, días previos al crimen, que pretendía irse a vivir a un país que no tuviera convenio de extradición.

Seís días después de la desaparición, un hombre encontró los cuerpos y dió aviso a la policía. Se trataba de Laura y Marina, semienterradas en cal viva. De Morate solo se halló una botella, que con el tiempo se comprobó tenía restos de su ADN.

Este pasado domingo, el jurado popular compuesto por siete hombres y dos mujeres, lo han encontrado culpable de los dos asesinatos.

Contaban con 72 horas para contestar una serie de preguntas realizadas por el juez de la causa y emitir un veredicto. Sin embargo, seis horas después de haber recibido el documento, el jurado popular le entregaba al juez, las respuestas.

Por parte de la Fiscal se pidieron 48 años de cárcel, 25 años por asesinar a su ex novia, Marina y 23 años por matar a la amiga de esta, Laura. También ha solicitado una indemnización de 500 mil euros para las familias.

La madre del asesino

La madre de Sergio Morate ha sido su talón de Aquiles. La única pista que dejó el asesino de Laura y Marina en su huída hacia Rumanía, fue llamar hasta en tres ocasiones a su madre. La mujer ha pedido perdón a las víctimas y las familias de estas. Los próximo días se conocerá la sentencia oficial y la cantidad de años que Sergio Morate pasará en prisión,