Por primera vez, en marzo de este año, los expertos en alimentación y salud, incluían en bienestar emocional en la recomendaciones para una dieta equilibrada.

El estrés y la alimentación tienen una relación estrecha y de larga duración. No es solamente lo qué se ingiere cuando se atraviesan estas etapas, sino como lo procesa el metabolismo. Incluso, durante los últimos años ha comenzado a estudiar la relación inversa. Ya no es el modo de vida el causante de un déficit alimentario, sino que lo que una persona come podría provocar cuadros de estrés y ansiedad.

Quien haya atravesado situaciones similares, sabe que ponerle punto final, parece a veces imposible. Noches de insomnio que requieren de ingestas cuantiosas de bebidas energizantes, azúcares refinados y grasas saturadas, que aporten una efímera y negativa energía que permita poner al adormecido cuerpo en movimiento.

"Me lo pide el cuerpo"

Suele la frase de cabecera entre las excusas a la ingesta de chocolate, zumos y bollería. Y en realidad no es mentira, solo que es un pedido engañoso. El cuerpo, en realidad, necesita cubrir ciertas deficiencias nutricionales. Nada que no pueda aportarle un buen descanso y una dieta rica en frutas, carnes y verduras.