Probablemente al terminar de leer este artículo, no recuerdes el difícil nombre de Chimamanda Ngozi Adichie, pero sí su mensaje. Si quieres ahondar más en él, no tienes más que acudir al visionado de sus charlas Ted, “Los peligros de la historia única” lleva más de 12 millones de visionados, o la que dio en el 2012, titulada “Todos deberíamos ser feministas”. Esta dio origen a una colaboración con Dior, para realizar una camiseta con ese eslogan. Por supuesto, las críticas arreciaron sobre la escritora nigeriana. Pero ella tiene clara su postura, con su feminismo busca el desarrollo de una manera de vivir, que más allá del género, permita contar a todas las personas con las mismas herramientas, oportunidades y derechos para desarrollarse socialmente.

Cuenta Chimamanda una experiencia personal, cuando era niña de unos 9 años, la profesora de su colegio, les propuso que quien sacara la nota más alta en el siguiente examen se convertiría en el “vigilante de la clase”. Chimamanda se esforzó y la recompensa se materializó en forma de nota más alta, sin embargo, el puesto de vigilante lo ocupó el niño que había sacado más nota. En opinión de la profesora el puesto de vigilante era una labor masculina…

Una chispa se activó en el interior de aquella niña y encontró un objetivo vital, luchar por una justicia que pasa porque toda la humanidad se convierta al feminismo, entendido como igualdad de oportunidades para todos. En “Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo “, libro publicado por Random House, da quince recomendaciones claras y directas. Quizás la principal sea esta “no hay ninguna norma social que no pueda cambiarse”. La clave una educación basada en el respeto y la igualdad sin renunciar a las identidades culturales.