Una de las preguntas que desde tu punto de vista todo el mundo debería hacerse es “quién eres”. ¿Quién es Boris Matijas?

Un explorador de la condición humana, en sus distintas formas migratorias. Soy escritor y consultor especializado en narrativa y comunicación. Agradezco a Ítaca por seguirme regalando el viaje.

'Cuenta siempre contigo' ¿Cuándo vinieron a tu mente estas palabras?

El día que comprendí el doble juego que en castellano permite el verbo contar: Contar con uno mismo, como un ejercicio de coraje y autoestima, junto a la capacidad de contar la realidad que uno percibe a través de relatos coherentes acerca de sí mismo y la vida que vive, ayuda a sobreponerse a las adversidades de la vida.

Así surgió el libro.

Te gusta entender la vida como material literario ¿Por qué?

Porque me resulta más llevadero poder decir: esto no es un problema. Es material literario.

Entremos en tu vida. Huiste de la guerra civil en Croacia y viviste otra en Serbia ¿Qué recuerdas?

Tristeza, desorientación, rabia y vitalidad cristalizadas en la imagen de unos tejanos blancos. En el intento de aparentar que no había pasado nada, cuando nos refugiamos en Serbia en mi mente se instaló ese par de mis tejanos preferidos. Quería creer que era lo más importante que había perdido.

“Las generaciones que han vivido la Guerra son intelectualmente más lúcidas y moralmente más sanas. La guerra es una escuela de lucidez” ¿Estás de acuerdo con esta cita de Arturo Pérez Reverte que recoges en tu libro?

Absolutamente.

La falta de recursos te obliga a usar la imaginación para generar alternativas y eso te facilita el acceso a una mayor creatividad de la que hubieras necesitado en unas circunstancias menos extremas.

¿Cómo se sobrepone uno a una guerra?

Estoy en ello.

Tu madre era Croata y tu padre Serbio ¿Qué supuso eso para ti?

Al principio supuso mucha confusión y frustración, pero luego aprendí a verlo como una ventaja.

En Serbia pasaste a ser un refugiado y admites que no fue fácil ¿Cómo es la vida del refugiado?

Para mí lo más importante fue mantener la dignidad. Cuesta mucho vivir marginalizado, sobreponiéndose al estigma de la injusticia e intentando reconstruir tu vida desde cero.

Es solamente comparable con ser víctima de los desastres naturales.

Pero, incluso tras un desastre natural al menos quedan unas ruinas; a un refugiado ni siquiera le queda eso.

Debido a ello te diagnosticaron “El síndrome de Ulises" ¿En qué consiste?

Este síndrome afecta a inmigrantes que viven situaciones extremas. El nombre se inspira en el héroe mítico Ulises, que vivió innumerables adversidades y peligros, lejos de su tierra y sus seres queridos.

¿Qué opinas de la situación de los refugiados sirios?

En el curso del sueco para extranjeros, al que atiendo actualmente, la mayoría vienen de Siria. Todos los que conozco, son gente honrada que busca una oportunidad para construir una vida mejor.

En Suecia encontraron unas buenas condiciones. Desafortunadamente, en muchos países se les ve como una amenaza.

¿Qué descubriste cuando realizaste el reportaje sobre el miedo interracial?

Me chocó que la inmigración en España era un tema bastante reciente. Entre muchos inmigrantes, sobre todo aquellos de piel más oscura, había una cierta incomodidad por centrar en si muchas miradas.

Cada uno se lo toma como mejor sabe, pero para mí la mejor reacción fue la de Jackie, una chica inglesa de origen jamaicano que me decía: “Cuando llegué a España me molestaba que la gente me mirara tanto. No lo entendía. Hasta que decidí cambiar el chip y pensar en positivo. Ahora me he mentalizado de que me miran porque estoy buena.”

Escribir es pasarse la hoja en blanco por el alma

Gracias a contar conmigo, en lugar de almacenarlo en mi memoria, pongo sobre el papel los soliloquios que de otro modo se hubieran evaporado en la nebulosa adonde los humanos solemos mandar los recuerdos que asociamos con el estrés, la frustración y el rechazo.

¿Qué retos te planteas para un futuro próximo?

No mudarme… al menos durante un año.