La locura ha perdido un poco de sentido en nuestros días. Quien dice injusticia, condena a su cordura. Quien protesta por el mal recibido, es castigado por el mal hecho. Quien habla, la sociedad se encarga de callar y quien mira a lo que puede ser, es reducido a lo que está.

Uno de los personajes que ha sobrevivido a los pasos del tiempo y que mejor engloba este concepto de locura contemporánea es el gran Don Quijote de la Mancha. Ese señor desvariado lo recordamos por sus disparatadas aventuras y las risas que nos logró sacar entre líneas. Vaya loco ese, creyendo en gigantes, viendo princesas donde no las hay, asustado por dragones imaginarios y más chistoso aún creyendo en las nobles causas.

En este mundo, el real, son muchos los que ven y señalan de chiflados a personas que, al igual que el Quijote, se atrevieron a embarcarse a la aventura, empujados por la idea de causas justas e intentar cambiar las cosas. Loco era Copérnico cuando se le ocurrió decirle a la Iglesia que la tierra no era el centro del universo. Casa por cárcel fue su castigo, por hereje, por creer en planetas bailarines y soles centrados. Loca era también María Curie, que se metía en los asuntos de los machos, creando nombres de elementos químicos que los hombres no veían. Las mujeres no piensan, decían los hombres.

Mather Luther King fue otro disparatado más que pensó que los negros tenían derecho a algún derecho.

"Cambiar el mundo mi querido Sancho, no es locura ni utopía, sino un acto de justicia", decía el gran Hidalgo de la Mancha en su disparate. Chifladas palabras. Solamente los tocados de la mente, los desvariados se atreven a creer que las cosas pueden cambiar.

Así de ilógica es la locura en nuestros días. Así los marcan. Quijotescos personajes, delirando utopías, buscando el sueño desmedido de lo justo.

Son ellos siempre los locos, los que no encajan, los que retan de frente a la normalidad establecida. ¿Seremos nosotros los que estamos tan descabellados?

Quijote, el loco más loco, dejó dicho que el norte de su locura es "soñar el sueño imposible, luchar contra el enemigo imbatible, correr donde los valientes no se atrevieron, alcanzar la estrella inalcanzable.

Ese es mi destino". La locura está mal entendida en nuestros tiempos, chiflados son aquellos que ante una sociedad tan injusta, se quedan sentados observando a los más cuerdos intentar enderezar las cosas.